miércoles, 17 de marzo de 2010

Dios revela su designio amoroso/Las etapas de la revelación



Catecismo Iglesia Católica, puntos 51-64 

Objetivos

  1. Conocer que Dios revela su designio amoroso
  2. Conocer la etapas de la Revelación, desde la Creación hasta la Alianza con Abraham, para formar un pueblo para sí.

En una primera parte hablaré sobre la Pedagogía de Dios.
Luego cómo revela y conforma la Historia para que esto suceda.

INTRODUCCION.

El hombre puede conocer a Dios con certeza a partir del orden natural; pero de ningún modo con sus propias fuerzas y capacidades puede llegar a contemplar el misterio de Dios, su misma intimidad.

Por eso El se nos revela. Esta intimidad es un misterio al que llegamos por la Fe, porque Dios es quien nos habla, quien sale al encuentro del hombre para hablarnos de su amor. La Fe, que es un don, connaturaliza nuestra mente, nuestra razón para captar el misterio (lo veremos más adelante).

No para que logremos entenderlo a plenitud, porque tendríamos un Dios a nuestra medida, sino porque nos ayuda a contemplar el misterio, y así rendimos el propio juicio, puramente humano, para entrar en la lógica divina.

 La Fe es un acto humano, no un movimiento ciego del espíritu. La fe se apoya en la razón pero la trasciende.

Ejemplos. María, cuando dice He aquí la esclava del Señor
       Pedro, cuando dice Apártate de mi que soy un pecador
       Tomás, Señor mío y Dios mío
Centurión, Verdaderamente, éste era Hijo de Dios.

Vamos a estudiar la revelación de Dios, pero le vamos a pedir al Espíritu Santo que nos ayude a contemplar el amor del Padre, plasmado en su Hijo Jesucristo, que nos REVELA, su misterio de amor.

En este primera parte vamos a considerar la Pedagogía de Dios en la historia de la humanidad. Sabiendo que ésta historia es la historia de la salvación. Porque el Verbo de Dios se encarna en la historia, en eltiempo del hombre, vive, ama y trabaja, con corazón humano y divino, para mostrarnos en amor del Padre.

El Hijo no es “mandado” por el Padre; es que el Hijo al ver al amor del Padre por nosotros, quiso que el Padre nos amara como lo ama a El, entonces para que nosotros pudiéramos ser amados como El es amado, se hizo hombre. Toda su vida desde su nacimiento está orientada hacia la cruz para redimirnos, para comprarnos de nuevo.

“Esta vida eterna consisten en que te conozcan a Ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo”. Jn 17,3.


I. DIOS REVELA SU DESIGNIO AMOROSO.

Cuando hablamos de revelar, hablamos de descubrir algo que está oculto. Dios se revela a sí mismo para darnos a conocer el misterio de su voluntad.

Con un amor personal, porque Cristo al hacerse hombre “injerta” la naturaleza humana en la Divina, de tal forma que no son dos Cristos, sino un solo Cristo. En la humanidad de Cristo estás tu, porque en su carne purísima fuiste redimida.

Cristo al revelarse a los hombres, hace accesible al Dios invisible, Jesús dice quien me ve a mi ve al Padre Jn 14, 9; Col 1, 15. El es imagen de Dios invisible. Nos hace hijos para poder participar de su vida divina, de su misma intimidad. CONSIDERARLO DESPACIO.

Ya no os llamo siervos, sino amigos, porque el siervo no conoce lo que hace su amo. Jn 15, 15.

¿por qué lo hace? Nos revela de sí mismo porque quiere intimar con nosotros como sus hijos predilectas, pero no todos, sino uno a uno, con un amor personal.

¿para qué?
1. Al revelarse Dios quiere que le respondamos, que le conozcamos, que le amemos, más allá de lo que podríamos con nuestra propia fuerza. Por eso es que nadie puede decir Jesús es el Señor, sino es movido por el Espíritu Santo. Y estamos aquí porque El nos escogió y nos llamó, y hemos respondido a su invitación. Jn 15, 16.

2. Para hacernos sus hijas, por adopción.


La participación de la vida Divina se hace por adopción. Ahora bien, conocemos las realidades divinas, partiendo de las humanas; una adopción humana, por muy noble que sea, se realiza legalmente mediante un papel. Pero Dios no nos adopta así, sino de una manera perfecta, porque asume nuestra naturaleza. No es que el hombre asume la naturaleza divina, sino que El asume la naturaleza humana, de tal forma que como dice 1 Jn 3,1. “Mirad que amor tan grande nos ha mostrado el Padre: que nos llamemos hijos de Dios, ¡y los somos!”.

(Jesús no dice palabras vanas, porque su palabra es Creadora, lo que dice se hace, es el Verbo del Padre).

El modo en que esta revelación se realiza, es a la vez mediante acciones y palabras.

Cristo, Segunda Persona de la Trinidad, hecho Hombre, es al mismo tiempo Mediador de esta revelación y Plenitud de esta revelación. Todo el Antiguo Testamento habla de Cristo de una forma prefigurada, como una sombra de lo que vendrá, lo vemos especialmente en todo lo que tiene que ver con el sacerdocio. Ya lo leerán cuando lleguen al Levítico. Pero también las acciones de Dios en su pueblo, nos indican la prefiguración de la Iglesia.

También lo vemos en la Ley Moral, los X mandamientos son una instrucción paternal que nos orientan a la bienaventuranza, y nos señalan los caminos que nos apartan de su amor. Y la Escritura nos habla de Cristo como la Plenitud de toda la Ley y los Profetas. Por eso es que en la Transfiguración aparecen Moisés y Elías, Moisés como representante de la Ley y Elías como representante de los Profetas.

RESUMIENDO: Este plan de la revelación se realiza con hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas.
Jesús dice que ha venido a darle cumplimiento a la Ley, ni una tilde se dejará de cumplir, pero la llevará a la plenitud porque manifestará el Espíritu con el que fue promulgada. Pero además El es la Plenitud de esa Ley.

Este designio amoroso de Dios comporta una “pedagogía divina” porque se realiza gradualmente y prepara al hombre para que pueda acoger la Revelación sobrenatural que culminará con la Persona y Misión de Cristo.

Pasamos a la Segunda parte donde vamos a ver las etapas de la revelación.

  1. Desde el origen Dios se da a conocer, ahora que hemos empezado a leer el Génesis nos damos cuenta que al principio Dios se pasea por el Jardín del Edén para conversar con Adán y Eva. Dios nos creó para invitarnos a una comunión íntima con El.

  1. Esta revelación no fue interrumpida por el pecado de nuestros primeros padres. Dios, después de su caída alentó en ellos la esperanza de la salvación con la promesa de la redención, Gn 3,15. Prefigurado en la forma en que Dios los viste. Paternalmente nos cuida para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras DV 3. (Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación).

  1. Como dice el Misal Romano en la Plegaria Eucarística IV.

Cuando por desobediencia perdió tu amista, no lo abandonaste al poder de la muerte… Reiteraste, además, tu alianza a los hombres.


#761 La reunión del pueblo de Dios comienza en el instante en que el pecado destruye la comunión de los hombres con Dios y la de los hombres entre sí. La reunión de la Iglesia es por así decirlo la reacción de Dios al caos provocado por el pecado. Esta reunificación se realiza secretamente en el seno de todos los pueblos: “En cualquier nación el que le teme y practica la justicia le es grato (Hch 10,35; LG 9; 13; 16).

Una primera Alianza surge en el tiempo de Noe. Gn 9,9.
Sin embargo a causa del pecado, el politeísmo así como la idolatría de la nación y de su jefe son una amenaza constante de la vuelta al paganismo. Sin embargo hay figuras que adquieren una especial atención, porque expresan qué altura de santidad pueden alcanzar los que viven según la alianza de Noé. Desde Abel, hasta Melquisedec, figura de Cristo Gn 14, 18; Hb 7,3).

Luego Dios elige a Abraham.

Este personaje recibe una gran veneración en el libro a los Hebreos y en la carta a los Romanos, pueden leerse las citas que vienen en el CEC.
Vemos que lo llama a ser padre de una multitud de naciones. “En ti serán benditas todas las naciones de la tierra”  Ga 3,8.

Entonces vemos como el pueblo nacido de Abraham será el depositario de la promesa hecha a los patriarcas posteriormente. Ese pueblo será la raíz en la que serán injertados los paganos hechos creyentes.

DIOS FORMA A SU PUEBLO ISRAEL.

Después de la etapa de los patriarcas, Dios constituyó a Israel como su pueblo salvándolo de la esclavitud de Egipto.

Estableció con él la alianza del Sinaí y le dio por medio de Moisés su Ley, para que lo reconociese y le sirviera como al único Dios vivo y verdadero. Para que esperase al Salvador Prometido.

Israel es el pueblo sacerdotal de Dios (Ex 19, 6) “vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa”. Pero requería de ellos la obediencia. Si escucháis mi voz…no endurezcáis vuestro corazón…seréis mi propiedad exclusiva entre todos los pueblos.

Son el pueblo a quienes Dios habló primero.

Por medio de los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvación, en la espera de una Alianza nueva y eterna destinada a todos los hombres. (Is 2, 2-4), y que será grabada en los corazones (Jr 31, 31-34).

Aquí hay una prefiguración preciosísima.

Pentecostés, era una de las 3 fiestas que se celebraba 50 días después de Pascua y muchos peregrinaban a Ciudad Santa. Su origen era festejar el final de la cosecha y dar gracias a Dios por ella, y también ofrecer las primicias. Después se añadió el motivo de conmemorar la promulgación de la Ley dada por Dios a Moisés en el Sinaí.

Dios escoge la fiesta de PENTECOSTES para enviar su Espíritu Santo a aquel puñado de apóstoles y discípulos que se encontraban congregados con la Virgen María, y hubo viento y fuego que evocaban precisamente la manifestación de Dios en el monte Sinaí, Ex 19, 16.18 cuando Dios, al darles la Ley, constituyó a Israel como pueblo suyo. Ahora con los mismos rasgos se manifiesta a su nuevo pueblo, la Iglesia. Fue por fin prefigurada la unión de los pueblos en la catolicidad de la fe, por la Iglesia de la Nueva Alianza que habla en todas las lenguas, comprende y abraza en el amor a todos los hombres.

Las mujeres santas como Sara, Rebeca, Raquel, Miriam, Débora, Ana, Judit, y Ester conservaron viva la esperanza de la salvación de Israel. Y son prefiguración de la Virgen María, que llegó a ser la figura más pura de todas las mujeres. Lc, 1, 38.