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martes, 14 de diciembre de 2010

EL DRESPRENDIMIETO

En el artículo anterior escribí sobre el Adviento, ahora quisiera comentar sobre la disposición interior del desprendimiento. “Cristo se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”. ¿De qué pobreza y de qué riqueza se trata? ¿tengo yo una pobreza diferente a la de Cristo, de tal forma que la suya me enriquece?. Consideremos los acontecimientos que rodean estos tiempos.

María recibe la visita del Ángel Gabriel, le dice que va a concebir un Hijo, sin participación de varón, porque éste será llamado Hijo del Altísimo, y que ese embarazo se realizará a través de la acción del Espíritu Santo. Ella acoge la Palabra de Dios dada a través del Arcángel, y esta Palabra se Encarna en ella. María se entrega como esclava del Señor, y su identidad genética, su sangre, su carne son ahora la carne y sangre de quien será nuestro Salvador. Ella tiene en sus entrañas un Dios-Hombre. No dos Cristos, uno Dios y otro Hombre, no, un solo Cristo, perfecto Dios y perfecto Hombre. Este es un misterio que acoge con humildad y al que se entrega como esclava. Cree, confía y se entrega plenamente. No piensa en las consecuencias de estar embarazada sin haber convivido con José, que en su tiempo era la lapidación, o el repudio.

La fe en Dios y la confianza plena en El, no permiten que se aniden en ella los temores. Se abandona, se desprende de sí misma, porque vive en el presente, donde Dios actúa. Estando avanzado su embarazo, a punto de dar a luz, deben salir ella y José a Belén para el censo que había dispuesto Herodes. José tendría una cuna modesta y digna para aquel Hijo que se le había confiado, y María habría preparado con tanto cariño la ropita del Niño y sus pañales. Pero deben salir a buscar posada a Belén. Tienen la ilusión del nacimiento del Hijo de Dios, ¿cómo será el rostro de Dios? ¡cuánto desearían besarlo, abrazarlo, contemplarlo, alimentarlo, protegerlo con sus vidas! Proteger al Niño-Dios! ¿qué es eso?. Sí! así se confío Dios a los hombres, a tal punto de necesitar de sus cuidados!, para que no tuviéramos miedo de confiarnos a El. Llevan algunas pertenencias personales y las del Niño, aunque no todas, y unas cuantas herramientas del taller. Ellos vivían con el trabajo diario de José. Sin pobreza mendicante, pero con mucha sobriedad, sin lujos. El trabajo diario les proveía el sustento diario.

Llegando a Belén, preguntan en un casa y en otra, y no hay campo!. Dios mío ¿dónde va a nacer tu Hijo? ¿cómo puedes permitir esto? esto no ha sido falta de previsión personal, las circunstancias están en contra nuestra! Seguramente todas estas preguntas y reclamos son los que nosotros haríamos o nos hacemos cuando consideramos las injusticias y contrariedades de nuestra vida. En cambio José y María no entienden, pero como viven confiados, aceptan que sus planes son diferentes a los del Padre Dios que quiere que su Hijo nazca pobre, en un lugar prestado. ¿Por qué quieres nacer en esta pobreza siendo el dueño del Universo? ¿por qué no hiciste de la nada la mejor de las clínicas y la mejor casa para que estuviera dispuesta en Belén?.

Desde su nacimiento hasta su muerte Cristo vive con sobriedad, recordemos el día de su muerte, fue enterrado en un sepulcro que no era suyo, sino de José de Arimatea. ¿Qué me quieres enseñar, por qué esta pobreza me puede enriquecer?

Cristo siendo el dueño de todas las cosas escoge no tenerlas para enseñarnos que la sobriedad y la templanza nos liberan de la pobreza del egoísmo, del materialismo, de creer que valemos por los bienes y comodidades que tengamos. Porque hemos creado “status” según las posesiones adquiridas, y catalogamos a las personas según “su clase”.

Sobriedad no significa no tener, significa estar desprendido de lo que tenemos para poder vivir felices si lo perdemos, nos lo quitan, o libres para darlo a quien lo necesite. ¿cómo confiar en Dios si no somos sobrios, si pienso que la felicidad está en tener?

Algunos israelitas en el desierto no confiaron en que Dios les iba a proveer maná cada día, y recogían de más por si Dios les fallaba!; aquellos comían de la mano de Dios un día y querían proveerse ellos mismos para el día siguiente ¿qué paradoja verdad?. Les faltó Fe, que engendra Confianza, y ésta Esperanza y con éstas virtudes podemos vivir la Caridad, porque nos desprendemos de nosotros mismos, del egoísmo, de las comodidades, de los temores e inseguridades, para depender de Dios, que es nuestro Padre, amarlo a El y a nuestros próximos. Por eso la pobreza de Cristo nos enriquece, porque nos despoja de nuestras miserias y nos da el verdadero sentido del trabajo, del esfuerzo y del valor de las cosas. Dejémonos enriquecer con la pobreza de Cristo, no tengamos miedo a la generosidad, El no nos quita nada, nos lo da todo!. FELIZ NAVIDAD!.

lunes, 13 de diciembre de 2010

EL ADVIENTO

El Adviento es la preparación para la celebración de la Navidad. Este nacimiento no es uno cualquiera. Ya de por sí la vida se celebra y se vive como un acontecimiento alrededor del cual se reúne la familia. Pero éste es especial porque es el de quien nos salva. Es la Encarnación del Hijo de Dios. Dios que se hace hombre para que el hombre pueda hacerse como Dios. Pero ¿cómo es este Dios para que yo pueda hacerme como El?, es más ¿quiero yo parecerme a El?.

Las fiestas navideñas, son siempre mas o menos las mismas. La misma decoración, la misma comida, los regalos, etc. ¿Qué nuevo puede traer una celebración en la que se hace más o menos siempre lo mismo, y en la que parece que recordamos un acontecimiento lejano, que pasa de largo, que no toca nuestra vida, que no tiene consecuencias?.

Las fiestas cristianas tienen la particularidad de que no solo se celebran sino que se viven. Lo importante es no permanecer igual, porque se trata de que Cristo nazca de nuevo en nuestro corazón. Esta es una frase un poco ajada, ¿qué significa eso? ¿no es algo cursi decir que nazca de nuevo? ¿en mi corazón?.

Cristo nace de nuevo cada vez que un niño se bautiza, cada vez que nos arrepentimos de las malas acciones, cada vez que nos confesamos, y pedimos perdón, cada vez que luchamos por quitar un defecto y poner una virtud en nuestra vida. Cristo nace en todos los que luchan por ser mejores, más generosos, más desprendidos de sí mismos, más serviciales, más atentos a las necesidades de los más próximos. Cristo nace porque en ese momento la persona refleja en su vida, la vida de Cristo. Ese nacimiento no es algo aparte de su existencia, decir que nace en el corazón es decir que la vida misma de la persona se transforma desde lo más profundo de su ser, desde lo más vital, desde sus entrañas, significa que la forma de pensar y de actuar se van asemejando cada vez más a la de Cristo. Porque va aprendiendo a amar como Cristo, perdonando sin guardar cuentas del mal. Señor, en ¿qué quieres nacer en mi?. El Espíritu Santo es quien nos guía y nos ayuda a parecernos a Cristo, pidámosle su luz para poder ver con claridad.

La actitud del Adviento, o advenimiento, es el de vigilia, el que vigila espera, nuestra vigilia se refleja en la virtud de la Esperanza. “El Señor está ya cerca. Venid adorémosle”. Podemos decir que vivimos tres Advientos o esperas. El primero ser realizó hace dos mil años, el tercero lo esperamos todos, es la Parusía, cuando Cristo venga al finalizar el tiempo. Pero entre el pasado y el futuro está nuestro presente, ahí se realiza el segundo Adviento. Este se realiza cada día de nuestra vida. En cada acontecimiento y en cada persona podemos encontrar al Señor que viene, las circunstancias adversas no son paréntesis en nuestra vida, son momentos para encontrarnos con Cristo. Si quiero que la Navidad sea feliz, debo aprender a acogerlo cada día, en cada situación, hoy y ahora. ¿Qué significa acogerlo?. Cuando la Virgen María recibe a los pastores y reyes en ese recinto modesto que el Padre escogió para que naciera su Hijo, Ella lo presenta. La verdadera piedad mariana nos enseña a acoger a Cristo, dejarnos transformar por El y compartirlo con los más próximos. Esta es la Buena Noticia de Navidad, Cristo está con nosotros y entre nosotros, y en la Sagrada Eucaristía se queda en nosotros. El cristianismo celebra que es Dios el que busca al hombre y se hace tan accesible como un niño.

FELIZ NAVIDAD!

viernes, 24 de septiembre de 2010

Catecismo Iglesia Católica 198-202


CREO EN DIOS PADRE
CEC 198-202


Citas.
cec  198- 202; 2083; 446, 152
las citas bíblicas las voy diciendo conforme avanzamos.

Recapitulación

1. El credo es la síntesis de nuestra Fe.
2. Se fue afinando conforme se fue profundizando en la teología Trinitaria, al mismo tiempo que respondía a las herejías, los artículos  se formularon en los diferentes concilios.
3. Destacan el símbolo de los Apóstoles y el Niceno constantinopolitano 325 y 381 fruto de los dos concilios.

Objetivos:

1. Descubrir las consecuencias de creer en un Dios Padre, Creador.
2. Encontrar las referencias a la unicidad de Dios en el Antiguo Testamento.
3. Reconocer esa unidad en la Trinidad a través de la revelación de Jesucristo.

CREO EN DIOS.

1. Cuando profesamos lo que creemos, iniciamos diciendo que creemos en Dios Padre, porque El es el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin de todo. Es decir no el fin en cuanto a terminación, sino fin en cuanto a propósito. Todo ha sido creador por El y para El.

A Dios Padre, primera Persona de la Trinidad se le atribuye, la creación, sin que el Hijo y el Espíritu Santo dejen de obrar en la Unidad de la Trinidad.
Ya lo veremos más adelante. Por el momento decimos que el credo inicia, con nuestra profesión de Fe en Dios Padre, que además es creador del cielo y de la tierra. La creación es el comienzo y el fundamento de las obras de Dios.

Dios no necesitaba nada, ni la creación lo haría más perfecto, ni mas poderoso, ni su gloria se vería aumentada. Nos creó por amor, amor gratuito, porque antes de la Creación del mundo nos había destinado para estar con El para siempre para siempre para siempre. Efesios 1, 1-4. A ser santas por el amor.

En eso se manifiesta el amor de Dios, no en que nosotras hallamos amado primero sino en que Dios nos amó. El mundo fue creado para el hombre, el ser humano (hombre y mujer). Para que fuéramos partícipes con El, en el gobierno, en la co-creación a través del matrimonio, icono de la vida trinitaria. Comunión, amorosa de personas, donación mutua, entrega total.

Y toda la creación tiende a El como a su fin.

1 Jn 4, 10 “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó”.

Dios que es amor, no puede revelarse de otra modo sino es como misericordia 1 Jn 4, 8.

2. Cuando decimos Creo en Dios, afirmamos lo más fundamental de nuestra Fe.

Creo, es decir doy una adhesión de toda mi vida, de todo mi ser, a la verdad por Dios revelada, aunque éstas superen mi propio juicio, porque no las pueda explicar en su totalidad. Entonces rindo mi juicio a un Dios que no me puede engañar, porque no miente, y que además nos ayuda a creer por medio de sus obras y sus palabras.

Creo que ese Dios es Padre, porque Cristo me lo reveló, cuando los discípulos le pidieron que les enseñara a orar, El les dijo cómo hacerlo; sin ruido de palabras, en la intimidad, y nos enseñó a decirle Padre, Abba. El sacerdote en la misa nos dice, entrando en el rito de la comunión, “habiendo derramado el amor en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha dado, NOS ATREVEMOS a decir… Padre nuestro…
Nos atrevemos a llamar a Dios, Papá, porque soy su hija. “Mirad qué amor tan grande nos ha mostrado el Padre: que nos llamemos hijos de Dios, ¡y lo somos!” 1 Jn 3, 1.

El apóstol lo recalca, como para que no lo pasemos por alto, ¡y lo somos!.

Todopoderoso, no es un Dios cualquiera, es Padre, Todopoderoso.
Muchas veces ante las dificultades de la vida, acudimos a esta perfección de Dios como para reclamarle, si eres Todopoderoso porqué tuve esta enfermedad, esta situación económica, etc, etc. Perdemos de vista que todas las perfecciones de Dios son en el Amor porque Dios es Amor, es un amor que lo puede todo, en orden a nuestra mayor conveniencia. Cuando veamos la Providencia Divina y las causas segundas nos vamos a dar cuenta de que no hay nada que se escape de las manos de Dios.

Con estas confesiones tendríamos para pensar en nuestra vida, ¿me relaciono con Dios Padre, como mi verdadero Papá? ¿soy yo una verdadera hija? ¿me abandono en El?

Fijémonos qué dice  1 Jn 4, 18 “En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor”. El que ama, cree, el que cree se abandona y no teme.

¿Por qué miente el ser humano? por temor. Por temor al castigo, a las consecuencias de la verdad. La mentira es el principio de toda tentación. Con razón al demonio se le llama padre de la mentira. Con razón dice Jesús, que es la verdad lo que nos hace libres.

Creador del cielo y de la tierra.
En este momento hacemos referencia a la creación visible e invisible, al universo, al hombre, a los ángeles. Sin embargo ésta referencia se hace por la relación con Dios.

El mundo fue creado de la nada, y el hombre fue creado en relación con su Creador, a su imagen y semejanza.

Haciendo un poco de exégesis del Génesis, quisiera llamar su atención en este punto.
Cuando se habla de la creación en el Génesis, todo el relato está orientado en clave para entender la Alianza y los Diez Mandamientos.

En primer lugar, diez veces se repite en este relato: “Dijo Dios”, familiarizando al hombre con los Diez Mandamientos,  introduciéndole en el reconocimiento de que estos mandamientos son el reflejo de la creación y no imaginaciones arbitrarias. También éste relato entra en el ritmo de los siete días, y siete veces se repite “Y vio Dios que era bueno”.  La creación va orientada hacia el sábado, día del descanso, resumen de la Thorá, signo de la Alianza entre Dios y los hombres.

Es importante mencionarlo porque toda la creación conduce al hombre a establecer esa relación con Dios, precisamente porque él es la única criatura que Dios ha amado por sí misma.

Para que pudiéramos entender que Cristo es nuestro descanso, Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados que yo los aliviaré, porque mi yugo es suave y mi carga ligera. El Shabat era el día del descanso, ahora Cristo es nuestro descanso.

Aún más, Dios ha creado el mundo para iniciar con el hombre una historia de amor. Lo ha creado para que el amor exista. Dios ha creado el mundo para hacerse hombre y para poder derramar su amor y ponerlo en nosotros, invitándonos a responderle con amor.

Todos los desórdenes antropológicos que vivimos actualmente se derivan de la negación de esta verdad. Dios es nuestro Creador y nosotros sus criaturas.
En el momento en que el hombre deja de tener a Dios como el referente de su vida, pierde el norte de su existencia.

De creer en Dios como Padre y Creador dependen todos los otros artículos de nuestra Fe, así como todos los mandamientos derivan del primero.

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente, con todas tus fuerzas” .

¿cómo puede el amor imponerse, cómo podría ser un mandato, si a Dios nadie le ha visto, cómo poder amarlo?

“En efecto, nadie ha visto a Dios tal como es en sí mismo. Y, sin embargo, Dios no es del todo invisible para nosotros, no ha quedado fuera de nuestro alcance. Dios nos ha amado primero, 1 Jn 4, 10 y este amor de Dios ha aparecido entre nosotros, se ha hecho visible, pues “Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él”. Dios se ha hecho visible en Jesús, Jn 14, 9 “Quien me ve a mi ve al Padre”.

Así que el amor nuestro es una respuesta al amor de Dios, que nos ha amado primero. Así como del primer mandamiento se derivan los demás, porque: “Si alguno dice: amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso…”
1 Jn 4, 20. Hay una inseparable relación entre el amor a Dios y amor al prójimo, de tal forma que el amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios” (Deus caritas est, Benedicto XVI).

De esta forma los mandamientos explicitan la respuesta de amor que el hombre está llamado a dar a su Dios. Los mandamientos se proclaman luego de que Dios les ha hecho una llamada solemne: “Escucha Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor” Dt 6,4.

La fe viene de escuchar la Palabra de Dios Rm 10,17.
Por eso dice escucha Israel.

II. Creo en un solo Dios.

El símbolo de Nicea – Constantinopla inicia con esas palabras.
Dios es único. El se revela a Israel como el único Dios, al único que se debe adorar.
No hay mas Dios que nuestro Dios.
Unico por naturaleza, por substancia y por esencia.

Esencia, que tiene entidad, que es.
Substancia, lo que hace que una cosa sea lo que es
Naturaleza, es la misma esencia en cuanto principio de operaciones.

acto de ser y ser no se pueden separar pero en filosofía se separan para explicar el principio del ser.

Dios se reveló como el Unico a Israel.
Por medio de los profetas Dios llama no solo a Israel sino a todas las naciones a creer en El, “a volverse a El” Is 45:22-24, luego en Filipenses Pablo dirá que Jesús fue exaltado sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble y toda lengua proclame que Jesucristo es el Señor, en el cielo en la tierra y debajo de la tierra.

III. La unidad en la Trinidad que nos revela Jesucristo.


En la encarnación
Aquí tiene valor doble el término "Hijo", porque en Cristo se unen íntimamente la relación filial con el Padre celestial y la relación filial con la madre terrena. Pero en la Encarnación participa también el Espíritu Santo, y es precisamente su intervención la que hace que esa generación sea única e irrepetible:

"El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios" (Lc 1, 35). Las palabras que el ángel proclama son como un pequeño Credo, que ilumina la identidad de Cristo en relación con las demás Personas de la Trinidad.

Es la fe común de la Iglesia, que san Lucas pone ya en los inicios del tiempo de la plenitud salvífica: Cristo es el Hijo del Dios Altísimo, el Grande, el Santo, el Rey, el Eterno, cuya generación en la carne se realiza por obra del Espíritu Santo. Por eso, como dirá san Juan en su primera carta, "Todo el que niega al Hijo, tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo, posee también al Padre" (1 Jn 2, 23). CEC 152.

En el centro de nuestra fe está la Encarnación, en la que se revela la gloria de la Trinidad y su amor por nosotros: "Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria" (Jn 1, 14). "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único" (Jn 3, 16). "En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él" (1 Jn 4, 9).

La escena  del bautismo de Jesús.
Se rasga el cielo, un elemento plástico para enseñar que lo divino se une con lo terreno, se escucha la voz del Padre y en la apertura del cielo el Espíritu Santo en forma de paloma. Este es mi hijo amado, en quien me complazco. Habla el Padre, al Hijo y lo confirma con el Espíritu Santo.



OTRAS PRUEBAS DE LA TRINIDAD EN EL NUEVO TESTAMENTO:

1. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Mateo 28:19

2. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros.2Cor 13:13

De nuevo podemos observar aquí como Pablo se despide con otra fórmula trinitaria, mencionando al Señor Jesucristo, a Dios Padre y al Espiritu santo. Claramente menciona 3 personas diferentes, pero solamente un Dios.

CONCLUSION.

No hay otro Dios más que nuestro Dios.
Veneramos a un solo Dios en la Trinidad Santísima
y a la Trinidad en la unidad.
Sin confundir las personas ni separar la substancia.

Pero sobre todo recordamos que no creemos en los enunciados, sino en un Dios Verdadero, Personal.

Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él 1 Jn 4, 16.
Estas palabras expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino.

Además, en este mismo versículo, Juan nos ofrece, por así decir, una formulación sintética de la existencia cristiana: “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en  él”.

Así expresamos los cristianos la opción fundamental de nuestra vida. Porque no comenzamos a ser cristianos por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con una Persona que es capaz de transformar nuestra existencia y hacernos vivir con una esperanza que no defrauda.




Catecismo Iglesia Católica 153-167


Yo se en quien tengo puesta mi fe.
CEC 150-152
(resumen)

Las características de la Fe.
12 de mayo 2010.
CEC 153-167


En este documento encontrarán las preguntas de tarea sobre la clase de hoy. Un documento sobre el Relativismo de la Fe, para profundizar el tema.

Inicio.

2 Timoteo 1, 12.

Objetivos generales:

1. Primero hacer un resumen entre la clase pasada y esta partiendo de la explicación de lo que es la Fe.

2. Explicar la relación que existe entre Fe y esperanza.

3. Los desafíos que se nos presentan actualmente entre la Fe y el Relativismo.

En esta parte me voy a detener un poco más, porque los otros puntos, aunque voy a hacer un resumen, ustedes los pueden estudiar, y sin embargo es necesario atender a través de este estudio sobre la fe, las necesidades que se presentan en nuestra sociedad, para las cuales debemos estar preparadas y saber dar razón de nuestra Fe, o razón de nuestra esperanza.

Recapitulación

Dios se revela, Pueblo, Alianza, Jesucristo como Plenitud de su revelación, La Sagrada Escritura, el Magisterio, El Espíritu Santo como intérprete de la Escritura (cannon, etc.). Entramos en los temas de la Fe, de ahora hasta julio.

1. La obediencia de la fe
2. Yo sé en quien tengo puesta mi fe
3. Hoy, Las características de la Fe.


¿Cuál es la naturaleza de la Fe?

La fe es un regalo, una gracia de Dios que connaturaliza nuestra inteligencia para que pueda ser atraída a creer las verdades reveladas por Dios, de manera Libre y voluntariamente. Porque es a Dios a quien creemos, nuestro Dios en quien no hay engaño.
Podemos llegar a saber que existe un ser superior que es Creador y gobierna todo, pero para poder creer en El, se necesita la Fe.

Es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento más penetrante suscitará a su vez una fe mayor, cada vez más encendida de amor. San Anselmo.

San Agustín decía, “creo para comprender y comprendo para creer mejor”.

La fe como un acto humano la realizamos durante todo el día.

Veamos varios ejemplos, cuando compramos unas vitaminas,  nos sometemos al diagnóstico de un doctor, o vemos un prospecto antes de comprar tal o cual medicina, cuando preguntamos la hora, o pedimos una dirección, en todos estos momentos estamos realizando actos de fe. Es decir creemos en la palabra de quien nos dice lo que preguntamos.

Para lo que nos ocupa ahora, decimos que realizamos actos de fe, porque nos confiamos.

En el sentido más delicado de nuestra salud, confiamos nuestra vida prácticamente en las manos del doctor, o de las medicinas, o de lo que dice el prospecto.

Esta confianza, es un acto tanto de la razón, que evalúa que aquello es razonable, y en un acto de la voluntad porque lo aceptamos y damos un asentimiento.

Podemos decir que dentro de los actos de fe que realizamos, el supremo, desde el punto de vista humano, es la entrega que realizan los esposos. Un acto de entrega mutuo hasta que la muerte los separe. Y ese acto no demerita ni es contrario a la dignidad, ni la libertad ni disminuye la inteligencia.

Vemos como la fe implica, aún a nivel humano, una confianza, una adhesión personal. Con el acto de fe, estamos implicados como personas. Es como decir “pongo mis manos en el fuego por esa persona”, ahora si no podemos decir eso ¿no diríamos que le tenemos poca fe?. Sí, diríamos que no nos confiamos del todo. Lo veríamos con recelo, con cierta suspicacia.

Cuando hay fe absoluta, hasta nos referimos así: tengo una “fe ciega”, para dar a entender que confiamos completamente.

Uniendo la clase de hoy con la anterior, decimos que la fe es una adhesión personal, pero difiere de la fe en una persona.

Creer en Dios es diferente de la fe en una persona.

Sin embargo hay que hacer una aclaración, la fe como don, no es ciega, reservada para aquellos que creen en las fábulas de la Creación y el pecado original; o para aquellos pobrecitos y abuelitas que son cortos de entendimiento y que deben resignarse a “tener fe”.

NO! de ninguna manera!.
La Fe reclama el uso de mi razón, pero además hace posible que mi inteligencia natural sea elevada al orden sobrenatural. Esa elevación hace posible decir SE EN QUIEN TENGO PUESTA MI FE. Porque creo en Dios en quien no hay engaño. Me hago acreedora, por la gracia, de la bienaventuranza, “Dichosos los que creen sin haber visto”

Ahora bien, no creo porque las verdades de Fe puedan ser explicadas con mi inteligencia, sino que creo porque es justo y bueno confiarse totalmente a Dios y creer absolutamente lo que él dice.

Dios ha querido en su infinita misericordia, que esa Fe vaya acompañada de signos exteriores, como los milagros de Cristo y de los santos, la propagación y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad, son signos ciertos de la revelación, adaptados a la inteligencia de todos, son motivos de credibilidad que muestran que el asentimiento de la fe no es en modo alguno un movimiento ciego del espíritu, porque la certeza que da la luz divina es mayor que la que da la luz de la razón natural. (Sto. Tomás de Aquino).


La fe como don es un asentimiento libre a toda la verdad revelada por Dios, y además es una adhesión. La fe es esperanza, es saber que nuestra vida no acaba en el vacío, no es que conozcamos los pormenores de nuestro futuro, pero vivimos una vida nueva que ha sido cambiada por el encuentro con Cristo, en quien tengo puesta mi fe, mi esperanza, y esta esperanza es la que me redime, porque me doy cuenta de que soy amada, porque soy liberada de la esclavitud del pecado para vivir una nueva vida.

Porque creo por eso confío, me confío, tengo esperanza, la sustancia de la fe es la esperanza.  Por eso dice la carta a los Hebreos “La fe es hypostasis de lo que se espera y prueba de lo que no se ve”.

La fe es un habitus, es decir, una constante disposición del ánimo, gracias a la cual comienza en nosotros la vida eterna y la razón se siente inclinada a aceptar lo que ella misma no ve. Santo Tomás.

Así pues, por la fe, de manera incipiente –podríamos decir en germen, por lo tanto según la sustancia- ya están presenten en nosotros las realidades que se esperan: el todo, la vida verdadera. Y precisamente porque la realidad misma ya está presente, esta presencia de lo que vendrá genera también certeza, aunque la realidad que ha de venir no es visible aún en el mundo externo, pero debido a que, como realidad inicial la llevamos dentro, nace ya ahora una cierta percepción de la misma.

Por eso el que tiene Fe no tiene miedo, porque su esperanza está puesta en Dios. Porque sabe en quien tiene puesta su Fe.

Ahora bien, la fe es un acto personal, es una respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo.

Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. Hemos recibido la fe de otros y debemos transmitirla a otros. Nuestro amor a Jesús nos debe impulsar a hablar de nuestra fe. Hemos recibido la Fe de la Iglesia, que está presente en la historia y la trasciende. La fe de la Iglesia es anterior a la fe del fiel, el cual es invitado a adherirse a ella.

Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros.

Creer en Jesucristo y en Aquel que lo envió para salvarnos es necesario para la salvación, puesto que sin la fe es imposible agradar a Dios. Hebreos 11, 6.


TAREA.

1.  Si muchas veces no comprendemos plenamente las verdades reveladas, ¿será que la fe es un movimiento ciego del espíritu?

2. De acuerdo a las características de la Fe, ¿para qué es necesaria la Fe?

3. ¿Qué significa que la Fe es también un acto eclesial?
CEC 1124, leer y responder.

4. ¿Qué es necesario para que un acto sea humano?

5.¿Por qué en el mundo científico se da una aparente contradicción entre la fe y la técnica?

6. ¿Podría la fe estar en contradicción con la ciencia?

7. Indique los criterios que legitimizan la investigación científica.

8. Señala los criterios que marcan los límites de la ciencia y la técnica.

Investigue y lea para sus contestaciones CEC 2284 al 2295. Además de los vistos en clase.

Esta tarea la pueden realizar en grupo o individualmente, es opcional la entrega, pero les ayudará mucho para profundizar en los temas estudiados hasta el día de hoy con respecto a la Fe. CEC 144-167.

Lectura complementaria.
Encíclica Salvados por la Esperanza. Pueden encontrarla en www.vatican.va

Por lo menos los puntos del 1 al 5; 7 al 15; 32 al 37; 49 y 50.

Les animo a adquirir las cartas que el Papa nos escribe.

Tema para el círculo de estudio

LA FE CRISTIANA ANTE EL DESAFIO DEL RELATIVISMO.

El relativismo se ha convertido en el problema central que la fe cristiana tiene que afrontar en nuestros días. Algunos medios de comunicación ha interpretado esas palabras como referidas casi exclusivamente al campo de la moral, como si la Iglesia Católica calificara del modo más duro posible a todos los que no aceptan algún punto concreto de la enseñanza moral.

Pero el problema es mucho más serio, porque se refiere a la intencionalidad de la conciencia, sea creyente o no, con respecto a la verdad. Es decir hay un desorden en la intención de la conciencia contemporánea, en relación con la verdad.

Veamos. El error es compatible con una adecuada actitud de la conciencia personal con relación a la verdad. Por ejemplo quien afirma que la Iglesia no fue fundada por Jesucristo, lo afirma porque piensa (equivocadamente) que ésa es la verdad, y que la tesis opuesta es falsa. Quien hace una afirmación de ese tipo piensa que es posible alcanzar la verdad.

Pero las filosofías relativistas dice, en cambio, que hay que resignarse al hecho de que las realidades divinas y las que se refieren al sentido propio de la vida humana, personal y social, son sustancialmente inaccesibles, es decir son imposibles de conocer.

En definitiva, ninguno de los sistemas conceptuales o religiosos tendría un valor absoluto de verdad. Todos serían relativos al momento histórico y al contexto cultural, de ahí su diversidad e incluso su oposición.

CONTAR EL CUENTO DEL ELEFANTE.

Un rey del norte de la India reunión un día a un buen número de ciegos que no sabían qué es un elefante. A unos ciegos les hicieron tocar la cabeza, y les dijeron “esto es un elefante”.  Lo mismo dijeron a los otros, mientras les hacían tocar la trompa, o las orejas, o las patas, o los pelos del final de la cola del elefane. Luego el rey preguntó a los ciegos qué es un elefante, y cada uno dio explicaciones diversas según la parte del elefante que le habían permitido tocar. Los ciegos comenzaron a discutir, y la discusión se fue haciendo violenta, hasta terminar en una pelea a puñetazos entre los ciegos, que constituyó en entretenimiento que el rey deseaba.

Este cuento es particularmente útil para ilustrar la idea relativista de la condición humana.

Los hombres seríamos ciegos que corremos el peligro de absolutizar un conocimiento parcial e inadecuado, inconscientes de nuestra intrínseca limitación. (motivación teórica).

Cuando caemos en esa tentación de absolutizar un conocimiento parcial e inadecuado, adoptamos un comportamiento violento e irrespetuoso, incompatible con la dignidad humana. (esto sería la motivación ética del relativismo).

Y lo lógico sería que aceptásemos la relatividad de nuestras ideas, no sólo porque eso corresponde a la índole de nuestro pobre conocimiento, sino también en virtud del imperativo ético de la tolerancia.

Bajo estos supuestos la filosofía relativista se presenta a sí misma como  el presupuesto necesario de la democracia, del respeto y de la convivencia.

Pero esa filosofía no parece darse cuenta de que el relativismo hace posible la burla y el abuso de quien tiene el poder en su mano; en la sociedad actual, serían aquellos que promueven sus propios intereses económicos, ideológicos, de poder político, etc. a costa de los demás, mediante el manejo hábil y sin escrúpulos de la opinión pública y de los demás resortes de poder.

¿Qué tiene que ver todo esto con la fe cristiana? Mucho. Porque la fe cristiana se mueve en el plano de la verdad. No es un mito, ni un conjunto de ritos útiles para la vida social y política, ni un principio inspirador de buenos sentimientos privados, ni una agencia ética de cooperación internacional.  La fe cristiana ante todo nos comunica la verdad acerca de Dios, aunque no exhaustivamente, y la verdad acerca del hombre y del sentido de su vida.

La fe cristiana es incompatible con el “como si”. No se reduce a decirnos que nos comportemos “como si” Dios nos hubiese creador, y por consiguiente “como si” todos los hombres fuéramos hermanos, sino que afirma, con pretensión veritativa, que Dios ha creado el cielo y la tierra y que todos somos igualmente hijos de Dios. Nos dice además que Cristo es la revelación plena y definitiva de Dios.

Sin que esto implique el diálogo serene con los que no tienen fe o con los que sostienen otras doctrinas.

La fuerza del cristianismo consiste en que implica una estrecha síntesis entre fe, razón y vida. Una unidad de vida, que se pierde si se rompe la intención profunda de la conciencia respecto de lo que es la verdad.

Desde el punto de vista relativista, Dios querría positivamente las religiones no cristianas como diversos caminos a través de los cuales los hombres se unen a El y reciben la salvación, independientemente de Cristo, dejando un espacio libre a otras revelaciones privadas independientes y autónomas, porque la revelación de Cristo sería limitada, incompleta e imperfecta.

Los problemas antropológicos del relativismo son complejos pero básicamente diría que son dos.

La inteligencia humana tiene dos dimensiones.
Una dimensión técnica, y una dimensión sapiencial.

1. Uno de los problemas del relativismo antropológico radica en un excesivo énfasis en la dimensión técnica, lo que lleva consiga una disminución de la dimensión sapiencial, que tienen que ver con las tendencias transitivas y trascendentes de la persona.

La dimensión técnica (o función intelectual), acuña conceptos, conoce el orden de las cosas, con la finalidad de dominar y explorar la naturaleza, fabricar los instrumentos y obtener recursos. Desde este punto de vista conocer es poder: poder dominar, poder manipular, poder vivir mejor.

La dimensión sapiencial, (o función espiritual de la inteligencia), en cambio, va orientado a entender el significado del mundo y el sentido de la vida humana. Acuña conceptos no con la finalidad de dominar, sino de alcanzar las verdades que pueden dar respuesta cumplida a la pregunta por el sentido de nuestra existencia, tan necesaria como el alimento.

La sistemática huida o evasión del plano de la verdad, que llamamos mentalidad relativista, comporta un desequilibrio de estas dos funciones de la inteligencia. El predominio de la función técnica, significa el predominio a nivel personal y cultural de los impulsos hacia los valores vitales (el placer, el bienestar, la ausencia de sacrificio y de esfuerzo), a través de los cuales se afirma el yo individual.

La disminución o depresión de la tendencia sapiencial, comporta la inhibición de las tendencias sociales altruistas, un empequeñecimiento de la capacidad de autotrascendencia, que encierra a la persona en el egoísmo.

En términos sencillos: el afán ansioso de tener, de triunfar, de subir, de descansar y divertirse, de llevar una vida fácil y placentera, prevalece con mucho sobre el deseo de saber, de reflexionar, de dar un sentido a lo que se hace, de ayudar a los demás con el propio trabajo.

2. El segundo problema está relacionado con el primero. La falta de reflexión con respecto a la trascendencia de la vida, conlleva una falta de sensibilidad hacia la verdad, y las cuestiones relativas al sentido del vivir deforman la idea y la experiencia de la libertad; entonces se habla de la libertad de abortar, de ignorar, de no saber hablar más que con palabras soeces, libertad de no deber dar razón de las propias posiciones, y ante todo libertad de imponer a los demás una filosofía relativista que todos tendríamos a aplaudir como filosofía de la libertad.

Por ejemplo quien afirma que la heterosexualidad pertenece a la esencia del matrimonio, no se le dice que esa tesis es falsa, sino que se le acusa de fundamentalismo religioso, de intolerancia o de espíritu antimoderno.

Menos aún se le dirá que la tesis contraria es verdadera, es decir, no se intentará demostrar que la heterosexualidad nada tiene que ver con el matrimonio.

Lo característicos de la mentalidad relativista es pensar que esta tesis es una de las tesis que hay en la sociedad, junto con la contraria y quizá con otras más, y que en definitiva todas tienen igual valor y el mismo derecho a ser socialmente  reconocidas.

A nadie se obliga a casarse con una persona del mismo sexo, pero quien quiera hacerlo debe poder hacerlo. Es el mismo razonamiento con el que se justifica la legalización del aborto y de otros atentados contra la vida de seres humanos. A nadie se le obliga a abortar, pero quien piense que debe hacerlo, debe poder hacerlo.
FORMAS DE COMBATIR EL RELATIVISMO.


Ahora el relativismo lo podemos criticar de muchas formas, pero no debemos caer en su juego.

Una cosa es que sea inadmisible que los que afirman y niegan lo mismo tengan igualmente razón, otra cosa sería decir que solo los que piensan de un determinado modo pueden disfrutar de todos los derechos civiles de libertad.

Una cosa es la relación de la conciencia con la verdad y otra bien distinta es la justicia con las personas. Siguiendo con esta lógica se podrá demostrar después, que de una afirmación que pretende decir cómo son las cosas, es decir, de una tesis especulativa, sólo cabe decir que es verdadera o falsa. NO ANDAR CON AMBIGÜEDADES.

Porque las tesis especulativas no son ni fuertes ni débiles, ni privadas ni públicas, ni progresistas ni conservadoras, ni buenas ni malas. Son simplemente verdaderas o falsas.

¿Qué pensaríamos de quien al exponer una demostración matemática o una explicación médica, empezara diciendo que esos conocimientos científicos tienen sólo una validez privada, o que constituyen una teoría muy democrática?

Si hay completa certeza de que un fármaco permite detener un tumor, se trata de una verdad médica a secas, y no hay nada más que añadir.
En cambio a una forma de concebir los derechos civiles, o la estructura del Estado sí cabe calificarla de autoritaria o democrática, de justa o injusta, de conservadora o reformista.

No debemos olvidar que existen realidades como el matrimonio, que son a la vez objeto de un conocimiento verdadero. Si negamos esta verdad, el matrimonio es una construcción cultural: “nosotros lo estructuramos hace siglos de un modo, y ahora somos libres de estructurarlo de otro modo”.

El relativismo responde a una concepción profunda de la vida que trata de imponer. Piensa que el modo de alcanzar la mayor felicidad, que además será fragmentaria y limitada, es evadiendo el problema de la verdad.


Tenemos de nuestra lado que todo hombre desea conocer la Verdad. “Muchos hombres conocí mentirosos, pero ninguno que quisiera ser engañado”. San Agustín.
Ese deseo de saber y el hambre de Dios son inextinguibles, por eso esta es una hora de esperanza y un tiempo para saber dar razón de nuestra esperanza.


viernes, 21 de mayo de 2010

YO SE EN QUIEN TENGO PUESTA MI FE



 Los números 150 al 167
12 de mayo



2 Timoteo 1, 12. Yo sé en quién tengo puesta mi Fe!


Objetivos generales:

1. Recapitulación y resumen de la clase anterior y de ésta.

2. Explicar la relación que existe entre Fe y esperanza.

3. Analizar las características de la Fe.

4. Los desafíos que se nos presentan actualmente entre la Fe y el Relativismo.
(este apartado debe buscarse bajo el título LA FE CRISTIANA ANTE EL       DESAFIO DEL RELATIVISMO).



Recapitulación

Dios se revela, Pueblo, Alianza, Jesucristo como Plenitud de su revelación, La Sagrada Escritura, el Magisterio, El Espíritu Santo como intérprete de la Escritura (cannon, etc.). Entramos en los temas de la Fe, de ahora hasta julio.
La obediencia de la fe
Yo sé en quien tengo puesta mi fe
Hoy, Las características de la Fe.


¿Cuál es la naturaleza de la Fe?

La fe es un regalo, una gracia de Dios que connaturaliza nuestra inteligencia para que pueda ser atraída a creer las verdades reveladas por Dios, de manera Libre y voluntariamente. Porque es a Dios a quien creemos, nuestro Dios en quien no hay engaño.
Podemos llegar a saber que existe un ser superior que es Creador y gobierna todo, pero para poder creer en El, se necesita la Fe.

Es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento más penetrante suscitará a su vez una fe mayor, cada vez más encendida de amor. San Anselmo.

San Agustín decía, “creo para comprender y comprendo para creer mejor”.

La fe como un acto humano la realizamos durante todo el día.

Veamos varios ejemplos, cuando compramos unas vitaminas,  nos sometemos al diagnóstico de un doctor, o vemos un prospecto antes de comprar tal o cual medicina, cuando preguntamos la hora, o pedimos una dirección, en todos estos momentos estamos realizando actos de fe. Es decir creemos en la palabra de quien nos dice lo que preguntamos.

Para lo que nos ocupa ahora, decimos que realizamos actos de fe, porque nos confiamos.

En el sentido más delicado de nuestra salud, confiamos nuestra vida prácticamente en las manos del doctor, o de las medicinas, o de lo que dice el prospecto.

Esta confianza, es un acto tanto de la razón, que evalúa que aquello es razonable, y en un acto de la voluntad porque lo aceptamos y damos un asentimiento.

Podemos decir que dentro de los actos de fe que realizamos, el supremo, desde el punto de vista humano, es la entrega que realizan los esposos. Un acto de entrega mutuo hasta que la muerte los separe. Y ese acto no demerita ni es contrario a la dignidad, ni la libertad ni disminuye la inteligencia.

Vemos como la fe implica, aún a nivel humano, una confianza, una adhesión personal. Con el acto de fe, estamos implicados como personas. Es como decir “pongo mis manos en el fuego por esa persona”, ahora si no podemos decir eso ¿no diríamos que le tenemos poca fe?. Sí, diríamos que no nos confiamos del todo. Lo veríamos con recelo, con cierta suspicacia.

Cuando hay fe absoluta, hasta nos referimos así: tengo una “fe ciega”, para dar a entender que confiamos completamente.

Uniendo la clase de hoy con la anterior, decimos que la fe es una adhesión personal, pero difiere de la fe en una persona.

Creer en Dios es diferente de la fe en una persona. Leer Jeremías 17, 5-6; Salmo 40,5; 146, 3-4.

Sin embargo hay que hacer una aclaración, la fe como don, no es ciega, reservada para aquellos que creen en las fábulas de la Creación y el pecado original; o para aquellos pobrecitos y abuelitas que son cortos de entendimiento y que deben resignarse a “tener fe”.

NO! de ninguna manera!.
La Fe reclama el uso de mi razón, pero además hace posible que mi inteligencia natural sea elevada al orden sobrenatural. Esa elevación hace posible decir SE EN QUIEN TENGO PUESTA MI FE. Porque creo en Dios en quien no hay engaño. Me hago acreedora, por la gracia, de la bienaventuranza, “Dichosos los que creen sin haber visto”

Ahora bien, no creo porque las verdades de Fe puedan ser explicadas con mi inteligencia, sino que creo porque es justo y bueno confiarse totalmente a Dios y creer absolutamente lo que él dice.

Dios ha querido en su infinita misericordia, que esa Fe vaya acompañada de signos exteriores, como los milagros de Cristo y de los santos, la propagación y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad, son signos ciertos de la revelación, adaptados a la inteligencia de todos, son motivos de credibilidad que muestran que el asentimiento de la fe no es en modo alguno un movimiento ciego del espíritu, porque la certeza que da la luz divina es mayor que la que da la luz de la razón natural. (Sto. Tomás de Aquino).


La fe como don es un asentimiento libre a toda la verdad revelada por Dios, y además es una adhesión. La fe es esperanza, es saber que nuestra vida no acaba en el vacío, no es que conozcamos los pormenores de nuestro futuro, pero vivimos una vida nueva que ha sido cambiada por el encuentro con Cristo, en quien tengo puesta mi fe, mi esperanza, y esta esperanza es la que me redime, porque me doy cuenta de que soy amada, porque soy liberada de la esclavitud del pecado para vivir una nueva vida.

Porque creo, por eso confío, me confío, tengo esperanza, la sustancia de la fe es la esperanza.  Por eso dice la carta a los Hebreos “La fe es hypostasis de lo que se espera y prueba de lo que no se ve”.

La fe es un habitus, es decir, una constante disposición del ánimo, gracias a la cual comienza en nosotros la vida eterna y la razón se siente inclinada a aceptar lo que ella misma no ve. Santo Tomás.

Así pues, por la fe, de manera incipiente –podríamos decir en germen, por lo tanto según la sustancia- ya están presenten en nosotros las realidades que se esperan: el todo, la vida verdadera. Y precisamente porque la realidad misma ya está presente, esta presencia de lo que vendrá genera también certeza, aunque la realidad que ha de venir no es visible aún en el mundo externo, pero debido a que, como realidad inicial la llevamos dentro, nace ya ahora una cierta percepción de la misma.

Por eso el que tiene Fe no tiene miedo, porque su esperanza está puesta en Dios. Porque sabe en quien tiene puesta su Fe.

Ahora bien, la fe es un acto personal, es una respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo.

Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. Hemos recibido la fe de otros y debemos transmitirla a otros. Nuestro amor a Jesús nos debe impulsar a hablar de nuestra fe. Hemos recibido la Fe de la Iglesia, que está presente en la historia y la trasciende. La fe de la Iglesia es anterior a la fe del fiel, el cual es invitado a adherirse a ella.

Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros.

Creer en Jesucristo y en Aquel que lo envió para salvarnos es necesario para la salvación, puesto que sin la fe es imposible agradar a Dios. Hebreos 11, 6.



TAREA.

1.  Si muchas veces no comprendemos plenamente las verdades reveladas, ¿será que la fe es un movimiento ciego del espíritu?

2. De acuerdo a las características de la Fe, ¿para qué es necesaria la Fe?

3. ¿Qué significa que la Fe es también un acto eclesial?
CEC 1124

4. ¿Qué es necesario para que un acto sea humano?

5.¿Por qué en el mundo científico se da una aparente contradicción entre la fe y la técnica?

6. ¿Podría la fe estar en contradicción con la ciencia?

7. Indique los criterios que legitimizan la investigación científica.

8. Señala los criterios que marcan los límites de la ciencia y la técnica.

Investigue y lea para sus contestaciones CEC 2284 al 2295. Además de los vistos en clase, CEC 150-167.

Esta tarea la pueden realizar en grupo o individualmente, es opcional la entrega, pero les ayudará mucho para profundizar en los temas estudiados hasta el día de hoy con respecto a la Fe. CEC 144-167.

Lectura complementaria.
Encíclica Salvados por la Esperanza, mejor si la leen completa. De lo contrario por lo menos los puntos del 1 al 5; 7 al 15; 32 al 37; 49 y 50.