viernes, 24 de septiembre de 2010

Catecismo Iglesia Católica 153-167


Yo se en quien tengo puesta mi fe.
CEC 150-152
(resumen)

Las características de la Fe.
12 de mayo 2010.
CEC 153-167


En este documento encontrarán las preguntas de tarea sobre la clase de hoy. Un documento sobre el Relativismo de la Fe, para profundizar el tema.

Inicio.

2 Timoteo 1, 12.

Objetivos generales:

1. Primero hacer un resumen entre la clase pasada y esta partiendo de la explicación de lo que es la Fe.

2. Explicar la relación que existe entre Fe y esperanza.

3. Los desafíos que se nos presentan actualmente entre la Fe y el Relativismo.

En esta parte me voy a detener un poco más, porque los otros puntos, aunque voy a hacer un resumen, ustedes los pueden estudiar, y sin embargo es necesario atender a través de este estudio sobre la fe, las necesidades que se presentan en nuestra sociedad, para las cuales debemos estar preparadas y saber dar razón de nuestra Fe, o razón de nuestra esperanza.

Recapitulación

Dios se revela, Pueblo, Alianza, Jesucristo como Plenitud de su revelación, La Sagrada Escritura, el Magisterio, El Espíritu Santo como intérprete de la Escritura (cannon, etc.). Entramos en los temas de la Fe, de ahora hasta julio.

1. La obediencia de la fe
2. Yo sé en quien tengo puesta mi fe
3. Hoy, Las características de la Fe.


¿Cuál es la naturaleza de la Fe?

La fe es un regalo, una gracia de Dios que connaturaliza nuestra inteligencia para que pueda ser atraída a creer las verdades reveladas por Dios, de manera Libre y voluntariamente. Porque es a Dios a quien creemos, nuestro Dios en quien no hay engaño.
Podemos llegar a saber que existe un ser superior que es Creador y gobierna todo, pero para poder creer en El, se necesita la Fe.

Es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento más penetrante suscitará a su vez una fe mayor, cada vez más encendida de amor. San Anselmo.

San Agustín decía, “creo para comprender y comprendo para creer mejor”.

La fe como un acto humano la realizamos durante todo el día.

Veamos varios ejemplos, cuando compramos unas vitaminas,  nos sometemos al diagnóstico de un doctor, o vemos un prospecto antes de comprar tal o cual medicina, cuando preguntamos la hora, o pedimos una dirección, en todos estos momentos estamos realizando actos de fe. Es decir creemos en la palabra de quien nos dice lo que preguntamos.

Para lo que nos ocupa ahora, decimos que realizamos actos de fe, porque nos confiamos.

En el sentido más delicado de nuestra salud, confiamos nuestra vida prácticamente en las manos del doctor, o de las medicinas, o de lo que dice el prospecto.

Esta confianza, es un acto tanto de la razón, que evalúa que aquello es razonable, y en un acto de la voluntad porque lo aceptamos y damos un asentimiento.

Podemos decir que dentro de los actos de fe que realizamos, el supremo, desde el punto de vista humano, es la entrega que realizan los esposos. Un acto de entrega mutuo hasta que la muerte los separe. Y ese acto no demerita ni es contrario a la dignidad, ni la libertad ni disminuye la inteligencia.

Vemos como la fe implica, aún a nivel humano, una confianza, una adhesión personal. Con el acto de fe, estamos implicados como personas. Es como decir “pongo mis manos en el fuego por esa persona”, ahora si no podemos decir eso ¿no diríamos que le tenemos poca fe?. Sí, diríamos que no nos confiamos del todo. Lo veríamos con recelo, con cierta suspicacia.

Cuando hay fe absoluta, hasta nos referimos así: tengo una “fe ciega”, para dar a entender que confiamos completamente.

Uniendo la clase de hoy con la anterior, decimos que la fe es una adhesión personal, pero difiere de la fe en una persona.

Creer en Dios es diferente de la fe en una persona.

Sin embargo hay que hacer una aclaración, la fe como don, no es ciega, reservada para aquellos que creen en las fábulas de la Creación y el pecado original; o para aquellos pobrecitos y abuelitas que son cortos de entendimiento y que deben resignarse a “tener fe”.

NO! de ninguna manera!.
La Fe reclama el uso de mi razón, pero además hace posible que mi inteligencia natural sea elevada al orden sobrenatural. Esa elevación hace posible decir SE EN QUIEN TENGO PUESTA MI FE. Porque creo en Dios en quien no hay engaño. Me hago acreedora, por la gracia, de la bienaventuranza, “Dichosos los que creen sin haber visto”

Ahora bien, no creo porque las verdades de Fe puedan ser explicadas con mi inteligencia, sino que creo porque es justo y bueno confiarse totalmente a Dios y creer absolutamente lo que él dice.

Dios ha querido en su infinita misericordia, que esa Fe vaya acompañada de signos exteriores, como los milagros de Cristo y de los santos, la propagación y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad, son signos ciertos de la revelación, adaptados a la inteligencia de todos, son motivos de credibilidad que muestran que el asentimiento de la fe no es en modo alguno un movimiento ciego del espíritu, porque la certeza que da la luz divina es mayor que la que da la luz de la razón natural. (Sto. Tomás de Aquino).


La fe como don es un asentimiento libre a toda la verdad revelada por Dios, y además es una adhesión. La fe es esperanza, es saber que nuestra vida no acaba en el vacío, no es que conozcamos los pormenores de nuestro futuro, pero vivimos una vida nueva que ha sido cambiada por el encuentro con Cristo, en quien tengo puesta mi fe, mi esperanza, y esta esperanza es la que me redime, porque me doy cuenta de que soy amada, porque soy liberada de la esclavitud del pecado para vivir una nueva vida.

Porque creo por eso confío, me confío, tengo esperanza, la sustancia de la fe es la esperanza.  Por eso dice la carta a los Hebreos “La fe es hypostasis de lo que se espera y prueba de lo que no se ve”.

La fe es un habitus, es decir, una constante disposición del ánimo, gracias a la cual comienza en nosotros la vida eterna y la razón se siente inclinada a aceptar lo que ella misma no ve. Santo Tomás.

Así pues, por la fe, de manera incipiente –podríamos decir en germen, por lo tanto según la sustancia- ya están presenten en nosotros las realidades que se esperan: el todo, la vida verdadera. Y precisamente porque la realidad misma ya está presente, esta presencia de lo que vendrá genera también certeza, aunque la realidad que ha de venir no es visible aún en el mundo externo, pero debido a que, como realidad inicial la llevamos dentro, nace ya ahora una cierta percepción de la misma.

Por eso el que tiene Fe no tiene miedo, porque su esperanza está puesta en Dios. Porque sabe en quien tiene puesta su Fe.

Ahora bien, la fe es un acto personal, es una respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo.

Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. Hemos recibido la fe de otros y debemos transmitirla a otros. Nuestro amor a Jesús nos debe impulsar a hablar de nuestra fe. Hemos recibido la Fe de la Iglesia, que está presente en la historia y la trasciende. La fe de la Iglesia es anterior a la fe del fiel, el cual es invitado a adherirse a ella.

Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros.

Creer en Jesucristo y en Aquel que lo envió para salvarnos es necesario para la salvación, puesto que sin la fe es imposible agradar a Dios. Hebreos 11, 6.


TAREA.

1.  Si muchas veces no comprendemos plenamente las verdades reveladas, ¿será que la fe es un movimiento ciego del espíritu?

2. De acuerdo a las características de la Fe, ¿para qué es necesaria la Fe?

3. ¿Qué significa que la Fe es también un acto eclesial?
CEC 1124, leer y responder.

4. ¿Qué es necesario para que un acto sea humano?

5.¿Por qué en el mundo científico se da una aparente contradicción entre la fe y la técnica?

6. ¿Podría la fe estar en contradicción con la ciencia?

7. Indique los criterios que legitimizan la investigación científica.

8. Señala los criterios que marcan los límites de la ciencia y la técnica.

Investigue y lea para sus contestaciones CEC 2284 al 2295. Además de los vistos en clase.

Esta tarea la pueden realizar en grupo o individualmente, es opcional la entrega, pero les ayudará mucho para profundizar en los temas estudiados hasta el día de hoy con respecto a la Fe. CEC 144-167.

Lectura complementaria.
Encíclica Salvados por la Esperanza. Pueden encontrarla en www.vatican.va

Por lo menos los puntos del 1 al 5; 7 al 15; 32 al 37; 49 y 50.

Les animo a adquirir las cartas que el Papa nos escribe.

Tema para el círculo de estudio

LA FE CRISTIANA ANTE EL DESAFIO DEL RELATIVISMO.

El relativismo se ha convertido en el problema central que la fe cristiana tiene que afrontar en nuestros días. Algunos medios de comunicación ha interpretado esas palabras como referidas casi exclusivamente al campo de la moral, como si la Iglesia Católica calificara del modo más duro posible a todos los que no aceptan algún punto concreto de la enseñanza moral.

Pero el problema es mucho más serio, porque se refiere a la intencionalidad de la conciencia, sea creyente o no, con respecto a la verdad. Es decir hay un desorden en la intención de la conciencia contemporánea, en relación con la verdad.

Veamos. El error es compatible con una adecuada actitud de la conciencia personal con relación a la verdad. Por ejemplo quien afirma que la Iglesia no fue fundada por Jesucristo, lo afirma porque piensa (equivocadamente) que ésa es la verdad, y que la tesis opuesta es falsa. Quien hace una afirmación de ese tipo piensa que es posible alcanzar la verdad.

Pero las filosofías relativistas dice, en cambio, que hay que resignarse al hecho de que las realidades divinas y las que se refieren al sentido propio de la vida humana, personal y social, son sustancialmente inaccesibles, es decir son imposibles de conocer.

En definitiva, ninguno de los sistemas conceptuales o religiosos tendría un valor absoluto de verdad. Todos serían relativos al momento histórico y al contexto cultural, de ahí su diversidad e incluso su oposición.

CONTAR EL CUENTO DEL ELEFANTE.

Un rey del norte de la India reunión un día a un buen número de ciegos que no sabían qué es un elefante. A unos ciegos les hicieron tocar la cabeza, y les dijeron “esto es un elefante”.  Lo mismo dijeron a los otros, mientras les hacían tocar la trompa, o las orejas, o las patas, o los pelos del final de la cola del elefane. Luego el rey preguntó a los ciegos qué es un elefante, y cada uno dio explicaciones diversas según la parte del elefante que le habían permitido tocar. Los ciegos comenzaron a discutir, y la discusión se fue haciendo violenta, hasta terminar en una pelea a puñetazos entre los ciegos, que constituyó en entretenimiento que el rey deseaba.

Este cuento es particularmente útil para ilustrar la idea relativista de la condición humana.

Los hombres seríamos ciegos que corremos el peligro de absolutizar un conocimiento parcial e inadecuado, inconscientes de nuestra intrínseca limitación. (motivación teórica).

Cuando caemos en esa tentación de absolutizar un conocimiento parcial e inadecuado, adoptamos un comportamiento violento e irrespetuoso, incompatible con la dignidad humana. (esto sería la motivación ética del relativismo).

Y lo lógico sería que aceptásemos la relatividad de nuestras ideas, no sólo porque eso corresponde a la índole de nuestro pobre conocimiento, sino también en virtud del imperativo ético de la tolerancia.

Bajo estos supuestos la filosofía relativista se presenta a sí misma como  el presupuesto necesario de la democracia, del respeto y de la convivencia.

Pero esa filosofía no parece darse cuenta de que el relativismo hace posible la burla y el abuso de quien tiene el poder en su mano; en la sociedad actual, serían aquellos que promueven sus propios intereses económicos, ideológicos, de poder político, etc. a costa de los demás, mediante el manejo hábil y sin escrúpulos de la opinión pública y de los demás resortes de poder.

¿Qué tiene que ver todo esto con la fe cristiana? Mucho. Porque la fe cristiana se mueve en el plano de la verdad. No es un mito, ni un conjunto de ritos útiles para la vida social y política, ni un principio inspirador de buenos sentimientos privados, ni una agencia ética de cooperación internacional.  La fe cristiana ante todo nos comunica la verdad acerca de Dios, aunque no exhaustivamente, y la verdad acerca del hombre y del sentido de su vida.

La fe cristiana es incompatible con el “como si”. No se reduce a decirnos que nos comportemos “como si” Dios nos hubiese creador, y por consiguiente “como si” todos los hombres fuéramos hermanos, sino que afirma, con pretensión veritativa, que Dios ha creado el cielo y la tierra y que todos somos igualmente hijos de Dios. Nos dice además que Cristo es la revelación plena y definitiva de Dios.

Sin que esto implique el diálogo serene con los que no tienen fe o con los que sostienen otras doctrinas.

La fuerza del cristianismo consiste en que implica una estrecha síntesis entre fe, razón y vida. Una unidad de vida, que se pierde si se rompe la intención profunda de la conciencia respecto de lo que es la verdad.

Desde el punto de vista relativista, Dios querría positivamente las religiones no cristianas como diversos caminos a través de los cuales los hombres se unen a El y reciben la salvación, independientemente de Cristo, dejando un espacio libre a otras revelaciones privadas independientes y autónomas, porque la revelación de Cristo sería limitada, incompleta e imperfecta.

Los problemas antropológicos del relativismo son complejos pero básicamente diría que son dos.

La inteligencia humana tiene dos dimensiones.
Una dimensión técnica, y una dimensión sapiencial.

1. Uno de los problemas del relativismo antropológico radica en un excesivo énfasis en la dimensión técnica, lo que lleva consiga una disminución de la dimensión sapiencial, que tienen que ver con las tendencias transitivas y trascendentes de la persona.

La dimensión técnica (o función intelectual), acuña conceptos, conoce el orden de las cosas, con la finalidad de dominar y explorar la naturaleza, fabricar los instrumentos y obtener recursos. Desde este punto de vista conocer es poder: poder dominar, poder manipular, poder vivir mejor.

La dimensión sapiencial, (o función espiritual de la inteligencia), en cambio, va orientado a entender el significado del mundo y el sentido de la vida humana. Acuña conceptos no con la finalidad de dominar, sino de alcanzar las verdades que pueden dar respuesta cumplida a la pregunta por el sentido de nuestra existencia, tan necesaria como el alimento.

La sistemática huida o evasión del plano de la verdad, que llamamos mentalidad relativista, comporta un desequilibrio de estas dos funciones de la inteligencia. El predominio de la función técnica, significa el predominio a nivel personal y cultural de los impulsos hacia los valores vitales (el placer, el bienestar, la ausencia de sacrificio y de esfuerzo), a través de los cuales se afirma el yo individual.

La disminución o depresión de la tendencia sapiencial, comporta la inhibición de las tendencias sociales altruistas, un empequeñecimiento de la capacidad de autotrascendencia, que encierra a la persona en el egoísmo.

En términos sencillos: el afán ansioso de tener, de triunfar, de subir, de descansar y divertirse, de llevar una vida fácil y placentera, prevalece con mucho sobre el deseo de saber, de reflexionar, de dar un sentido a lo que se hace, de ayudar a los demás con el propio trabajo.

2. El segundo problema está relacionado con el primero. La falta de reflexión con respecto a la trascendencia de la vida, conlleva una falta de sensibilidad hacia la verdad, y las cuestiones relativas al sentido del vivir deforman la idea y la experiencia de la libertad; entonces se habla de la libertad de abortar, de ignorar, de no saber hablar más que con palabras soeces, libertad de no deber dar razón de las propias posiciones, y ante todo libertad de imponer a los demás una filosofía relativista que todos tendríamos a aplaudir como filosofía de la libertad.

Por ejemplo quien afirma que la heterosexualidad pertenece a la esencia del matrimonio, no se le dice que esa tesis es falsa, sino que se le acusa de fundamentalismo religioso, de intolerancia o de espíritu antimoderno.

Menos aún se le dirá que la tesis contraria es verdadera, es decir, no se intentará demostrar que la heterosexualidad nada tiene que ver con el matrimonio.

Lo característicos de la mentalidad relativista es pensar que esta tesis es una de las tesis que hay en la sociedad, junto con la contraria y quizá con otras más, y que en definitiva todas tienen igual valor y el mismo derecho a ser socialmente  reconocidas.

A nadie se obliga a casarse con una persona del mismo sexo, pero quien quiera hacerlo debe poder hacerlo. Es el mismo razonamiento con el que se justifica la legalización del aborto y de otros atentados contra la vida de seres humanos. A nadie se le obliga a abortar, pero quien piense que debe hacerlo, debe poder hacerlo.
FORMAS DE COMBATIR EL RELATIVISMO.


Ahora el relativismo lo podemos criticar de muchas formas, pero no debemos caer en su juego.

Una cosa es que sea inadmisible que los que afirman y niegan lo mismo tengan igualmente razón, otra cosa sería decir que solo los que piensan de un determinado modo pueden disfrutar de todos los derechos civiles de libertad.

Una cosa es la relación de la conciencia con la verdad y otra bien distinta es la justicia con las personas. Siguiendo con esta lógica se podrá demostrar después, que de una afirmación que pretende decir cómo son las cosas, es decir, de una tesis especulativa, sólo cabe decir que es verdadera o falsa. NO ANDAR CON AMBIGÜEDADES.

Porque las tesis especulativas no son ni fuertes ni débiles, ni privadas ni públicas, ni progresistas ni conservadoras, ni buenas ni malas. Son simplemente verdaderas o falsas.

¿Qué pensaríamos de quien al exponer una demostración matemática o una explicación médica, empezara diciendo que esos conocimientos científicos tienen sólo una validez privada, o que constituyen una teoría muy democrática?

Si hay completa certeza de que un fármaco permite detener un tumor, se trata de una verdad médica a secas, y no hay nada más que añadir.
En cambio a una forma de concebir los derechos civiles, o la estructura del Estado sí cabe calificarla de autoritaria o democrática, de justa o injusta, de conservadora o reformista.

No debemos olvidar que existen realidades como el matrimonio, que son a la vez objeto de un conocimiento verdadero. Si negamos esta verdad, el matrimonio es una construcción cultural: “nosotros lo estructuramos hace siglos de un modo, y ahora somos libres de estructurarlo de otro modo”.

El relativismo responde a una concepción profunda de la vida que trata de imponer. Piensa que el modo de alcanzar la mayor felicidad, que además será fragmentaria y limitada, es evadiendo el problema de la verdad.


Tenemos de nuestra lado que todo hombre desea conocer la Verdad. “Muchos hombres conocí mentirosos, pero ninguno que quisiera ser engañado”. San Agustín.
Ese deseo de saber y el hambre de Dios son inextinguibles, por eso esta es una hora de esperanza y un tiempo para saber dar razón de nuestra esperanza.