jueves, 23 de septiembre de 2010

Clase No. 4

23 de setiembre

Cómo se formaron los cánones
del Antiguo y Nuevo Testamento

Antes de empezar con la clase propiamente dicha, debemos definir lo que significa las palabra canon y sus derivados.

1. Como punto inicial debemos decir que el Canon del Antiguo Testamento comprenden 46 escritos 45 si se toman Jeremías y Lamentaciones como uno solo, y 27 libros para el Nuevo Testamento.

2. ¿Qué significa canon?
La voz canon proviene del griego Kanón, que significaba primitivamente caña recta de madera, una regla que era empleada por los carpinteros”. En sentido metafórico indicaba cierta medida, ley o norma de obrar, por eso hablamos de los cánones éticos, o los cánones de conducta.

La razón para llamar “canon” a la colección de libros sagrados, era debido a que, por su pureza de lengua, eran dignos de ser considerados como modelos. 

La fe, o sea la doctrina revelada, es la regla que ha de servir para juzgarlo todo; y como la Sagrada Escritura fue considerada, ya desde los orígenes de la Iglesia como el libro que contenía la Revelación, es decir, la regla de fe y de vida, se llegó de un modo natural a hablar del canon de las Escrituras para designar esta regla escrita, y se comenzó a dar el nombre de canon a la colección de libros inspirados.

Probablemente el primero que emplea la palabra canon sea Orígenes en el s. III; pero el que con seguridad aplica el término canon a la Sagrada Escritura es San Atanasio hacia el año 350.

3. Del sustantivo canon se deriva el adjetivo “canónico”. Este término aparece con certeza en el Concilio de Laodicea (cerca del año 360), en el cual se establece que, en la Iglesia se lean tan solo los libros canónicos del Nuevo y del Antiguo Testamento; y que no se lean los acanónicos.

Finalmente, del adjetivo canónico se formó el término abstracto canonicidad, que expresa la cualidad de algún libro que por su autoridad y origen es divino y, en cuanto tal, ha sido introducido por la Iglesia en el canon de los Libros Sagrados.  Subrayo la frase porque la Iglesia es la única autoridad legítima que pude determinar con certeza infalible si tal libro es canónico o no lo es.

Cuando hablamos de la canonización de un persona, hablamos de alguien cuya vida es puesta como medida, como ejemplo de virtud y de amor a Dios y a la Iglesia; algo que solo la Iglesia puede determinar y proclamar solemnemente.

I. ¿Cómo se formó el Cannon del Antiguo Testamento?

Primeramente la aclaración retórica pero necesaria:
1. La Iglesia ha rechazado siempre, de manera vigorosa, la idea de que el Nuevo Testamento ha hecho caduco el Antiguo; de hecho eso se conoce como marcionismo. Marción enseñaba que el Dios del Antiguo Testamento no era el mismo que el Padre del Nuevo.

Vemos como la Iglesia de Cristo está preparada maravillosamente en la historia del pueblo de Israel y en la Antigua Alianza, en la liturgia la Iglesia conserva como parte integrante e irremplazable, haciéndolos suyos, algunos elementos del culto de la Antigua Alianza:

a. La lectura del Antiguo Testamento
b. la oración de los salmos
c. sobre todo la memoria de los acontecimientos salvíficos y de las realidades significativas que encontraron su cumplimiento en el misterio de Cristo, como son la Promesa y la Alianza; el Éxodo y la Pascua, el Exilio y el retorno.

Sobre esta armonía se articula la catequesis pascual del Señor.

2. No sabemos con certeza cuándo comenzaron los judíos a reunir los Libros Sagrados en colecciones. Pero sí sabemos con plena seguridad que los judíos poseían libros que consideraban como sagrados y los rodeaban de gran veneración.

El canon judío de los Libros Sagrados ignoramos cuándo fue definitivamente cerrado. Para unos sería en tiempo de Esdras y Nehemías (s. V a.C.); para otros, en la época de los Macabeos (s. II a.C.). Lo cierto es que los judíos tenían en el siglo I de nuestra era una colección de libros Sagrados, que consideraban como inspirados por Dios, y contenían la revelación de la voluntad divina hecha a los hombres.

Incluían los Protocanónicos, que son los libros que siempre y en todas las comunidades fueron tenidos por inspirados. Por ejemplo los 5 primeros libros que llaman La Torah, fue el primero en quedar constituido. A la vuelta del exilio en tiempos del profeta Esdras queda fijado. El contenido del libro ya era considerado canónico desde antes.

La segunda parte de los protocanónicos  están los profetas, que estaba ya completo hacia el año 180 a.C.

Y los Deuterocanónicos, se les distinguen de unos pocos (7 en  cada testamento) se llaman así porque surgen algunas dudas. Entre esos están los 2 libros de los Macabeos. A.T (Tobías, Judit, Sabiduría, Baruc, Eclesiástico, 1 y 2 Macabeos, y algunos fragmentos de Ester y Daniel. Estos fueron reconocidos como sagrados desde el s II a.C, cuando se concluyó la traducción griega de los Setenta.

El texto sagrado usado por los apóstoles fue la versión de los Setenta, (70 ancianos de la Diáspora que pusieron en griego los libros que se tenían como canónicos, ejecutada en Egipto entre el 300 y 130 a.C).

Jesucristo, los apóstoles y la Iglesia primitiva recibieron de los judíos el canon del Antiguo Testamento como se desprende del hecho de que de unas 350 citas del Antiguo Testamento que aparecen en el Nuevo, unas 300 concuerdan con el texto de los Setenta.

Esto demuestra que los apóstoles se servían del texto griego de los Setenta como del texto sagrado por excelencia. Lo cual indica que era aprobado por los mismos apóstoles, como afirma San Agustín. Y, por consiguiente, admitían como canónicos e inspirados todos los libros en ella contenidos, incluso los deuterocanónicos, que formaban parte de dicha versión.

Como los apóstoles eran los custodios del depósito de la fe, cuya fuente es la Sagrada Escritura, si no hubieran considerado los libros deuterocanónicos como inspirados, tendrían obligación estricta de advertirlo a los fieles. Tanto más cuanto que los deuterocanónicos estaban mezclados con los protocanónicos en la versión de los Setenta. Ahora bien, en ningún documento antiguo encontramos la mínima huella de una tal advertencia. Todo lo contrario, los testimonios antiguos afirman que la Iglesia recibió la colección completa de los libros del Antiguo Testamento de los apóstoles.

Los protestantes, al rechazar la Tradición, se vieron obligados a juzgar de la canonicidad de los Libros Sagrados por criterios propiamente internos. Para Calvino este criterio sería “el testimonio secreto del Espíritu” que curiosamente no guarda unidad!; para Lutero, la concordia de la enseñanza de un libro con la doctrina de la justificación por la sola fe. Razón por la cual no quería considerar algunos versículos de la carta de Pedro, y la carta de Santiago.

El canon del A.T quedó fijado, según la tradición rabínica, en el sínodo de Yamnia (hacia el año 100 d.C.).

Después de la destrucción de Jerusalén, los judíos doctos se consagraron con gran ahínco a conservar lo que aún subsistía del pasado, en modo especial las Sagradas Escrituras. Después de la destrucción de Jerusalén y del Templo 70 d.C y del fin del sacerdocio levítico, los fariseos llegaron a tener una hegemonía absoluta, por eso convocaron el Sínodo.

Fueron ellos quienes excluyeron algunos libros del canon, porque decían, que no puede un libro ser sagrado sino está escrito en hebreo y sobre el suelo de Palestina. Por eso convocaron un sínodo de Yamnia, que fijó definitivamente el canon ya admitido desde hacía dos siglos, la gran preocupación de los rabinos fue la conservación del texto sagrado. Los trabajos de los Masoretas no perseguían más que este fin.

La razón de su hostilidad con los Macabeos, es porque Herodes, a quien no querían, había casado con la última descendiente de Macabeos.

Hago hincapié en el libro de los Macabeos porque es 2 Mac 12, 38 que nos habla de hacer sacrificios de expiación por los difuntos para que se les perdonen los pecados.

Las dudas sobre los deuterocanónicos surgen alrededor del siglo III. Una de las razones es esta:

En primer lugar, las disputas con los judíos. Como éstos negaban la autoridad de los deuterocanónicos, los apologistas, al disputar con ellos, se veían obligados a servirse sólo de los libros protocanónicos. Esto debió de influir sobre ciertos escritores que comenzaron a dudar de la autoridad divina de los deuterocanónicos. Y estas dudas se fueron extendiendo más y más en diversas regiones. Los primeros testimonios son:

San Melitón de Sardes (hacia el año 170 d.C.), después de un viaje a Palestina para conocer exactamente los lugares en que tuvieron lugar los hechos narrados en el Antiguo Testamento y para saber cuáles y cuántos eran los libros de la antigua economía, manda la lista de ellos al obispo Onésimo. En esta lista solamente están presentes los libros protocanónicos, excepto Ester, seguramente porque en aquel tiempo algunos judíos dudaban de la autoridad divina de Ester.

II. El canon del Nuevo Testamento.

En el N.T también hubo libros deuterocanónicos, Hebreos, Apocalipsis, de las cartas católicas, Santiago, 2 Pedro, 2 y 3 Juan y la de Judas. Las dudas se prolongaron hasta el siglo V y en Siria entrado ya el s. VI, pero conviene decir que las dudas no eran significativas y más bien eran debidas a las dificultades de comunicación de la época.

Todas estas dudas no tardaron en ser absorbidas por el peso de la Tradicción. En Occidente, los sínodos africanos de Hipona y Cartago, y la Carta del Papa Inocencia I al Obispo de Tolosa (405), señalaron definitivamente con su autoridad el canon bíblico.

A partir del año 450 la unanimidad acerca del cannon del N.T es absoluta y es explicitada y ratificada por el Magisterio, como hemos dicho, en los concilios de Hipona, de Florencia y de Trento. El Vaticano I 1870 renovó y confirmó la definición de Trento, lo mismo que hará finalmente Vaticano II.