miércoles, 20 de febrero de 2013

CEC 27-35. TEOLOGIA FUNDAMENTAL I


TEOLOGIA FUNDAMENTAL I
CEC 27-104

20 febrero 2013.

El deseo de Dios, las vías de acceso al conocimiento de Dios
CEC 27-35

Introducción:
El CEC, se divide en 4 partes.

Primera parte: La profesión de la Fe.
1. El CEC expone en primer lugar en qué consiste la Revelación por la que Dios se dirige y se da al hombre, y la fe, porque la que el hombre responde a Dios.
El símbolo de la fe, nos explica a Dios como Creador, Redentor y Santificador, y los reúne en 3 capítulos.

Segunda parte: Los sacramentos de la fe.
1. En esta parte del CEC se expone cómo la salvación se hace presente en la Iglesia por medio de la liturgia, (primera sección), particularmente en los siete sacramentos (segunda sección).

Tercera parte: La vida de fe.
1. Aquí se nos presenta el fin último del hombre, la vida eterna y los caminos para llegar a ella, mediante la ayuda de la ley y de la gracia (primera sección), mediante el obrar que se realiza en el amor a través del cumplimiento de los X mandamientos (segunda sección).

Cuarta parte: La oración en la vida de la fe.
1. Se nos invita a tener conciencia de la importancia de la oración en nuestra vida (primera sección).  Luego se comentan las siete peticiones del padrenuestro, (segunda sección).

Número al margen de la página de color negro y contínuo es la forma de identificar los textos, y otros números rojos, hacen referencia al tema para profundizar.

Al final se encontrará un resumen muy breve de lo que se planteado.
Entre paréntesis a veces vamos a ver “Cf”, significa confróntese, tendrá tanto citas bíblicas, como documentos del Magisterio de la Iglesia, Concilio Vaticano II, o citas de algunos santos o Padres de la Iglesia, Papas, encíclicas, etc.

Al final están diferentes tipos de índices.

Primera parte
La profesión de la fe. Creo – Creemos.

¿Qué empezamos diciendo cuando manifestamos nuestra fe?
Creo – Creemos

La fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela, y se entrega a El. La fe le da el sentido último a la vida del hombre. Por eso consideramos en primer lugar ese deseo de Dios, esa búsqueda, esa nostalgia que tiene el hombre de Dios mismo. Luego veremos la revelación divina por medio de la cual Dios sale al encuentro del hombre, y finalmente la respuesta de la fe.

Este es el año de la FE.
Me van a oír muchas veces decir que la fe no es un movimiento ciego del espíritu. La fe se sustenta en la razón. Pero esto lo iremos profundizando poco a poquito en el transcurso de las clases.

Para profundizar en el tema les recomiendo leer el mensaje del Papa para cuaresma. Leerlo, meditarlo muchas veces y sacar conclusiones para su vida.

El hombre es “capaz” de Dios.

I. El deseo de Dios

El hombre en busca de la felicidad
En el interior del hombre existe un afán de felicidad y de realización, que es parte de la naturaleza humana.

Todos y cada uno de los hombres pasan la vida buscando la felicidad eterna, el ser siempre felices. Se busca algo que nunca se acabe, una felicidad infinita que sea capaz de llenarle. Esto trae como consecuencia la necesidad de certezas, de algo en qué agarrarse.

En el interior del hombre existe un afán de felicidad y de realización, que es parte de la naturaleza humana, las personas están llamadas a vivir en comunión con Cristo.

Únicamente el amor de Dios puede llenar al hombre completamente. Como esta felicidad tan ansiada, este amor que no cesa es difícil de encontrar muchos se desvían en su búsqueda poniendo la felicidad en cosas, o personas que nunca van a dar la satisfacción plena. Otros desisten y otros desesperan.

El deseo o la nostalgia de Dios, como diría nuestra querido Benedicto XVI, está inscrito en el corazón del hombre, en su propia naturaleza, porque hemos sido creados por Dios. El hombre en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material.

Dios se revela

Dios, conoce esta dificultad y ama al hombre con un amor infinito, busca al hombre para ayudarlo a encontrar el verdadero camino hacia la felicidad, el amor eterno. Se revela en Jesucristo invitándolos a llevar una vida de comunión con Él. Para ello, Dios se le revela al hombre, para que lo conozca a Él y su Plan para con Él. Se va dando a conocer a través de la Revelación.

Hay quienes piensan que el cristianismo es una ideología o una doctrina filosófico-teológica. Otros lo equiparan con las demás religiones que son intentos del hombre para acercarse a Dios. El cristianismo no es una creación de la mente humana, ni siquiera una doctrina moral, es la auténtica revelación de Dios que se hace hombre por amor al hombre para abrirle el camino a la vida eterna, le infunde fuerzas y le enseña cuál debe ser su conducta. La religión cristiana nace por iniciativa de Dios. El cristianismo es la respuesta del hombre a Dios que se revela en Cristo.

La Revelación comienza cuando Dios escoge a un pueblo, haciendo una alianza con él, dándole muestras de amor. Este pueblo de Israel le servirá para manifestar su amor. A este pueblo elegido le da alimento, bebida, pero en especial le da los diez mandamientos, que son el camino a la felicidad, la guía para vivir en comunión con Dios. Como a pesar de las manifestaciones del amor de Dios, el pueblo sigue siendo infiel, Dios envía a su Hijo para que el hombre entienda.

La Iglesia reconoce en las otras religiones la búsqueda “todavía en sombras y bajo imágenes, del Dios desconocido pero próximo ya que es El quien da a todos vida, el aliento y todas las cosas y quiere que todos los hombres se salven.

LG 16.
Con demasiada frecuencia los hombres, engañados por el Maligno se pusieron a razonar como persona vacía y cambiaron el Dios verdadero por un ídolo falso, sirviendo a las criaturas en vez de al Creador….otras veces están expuestos a la desesperación más radical…

Leer 2566 (para enseñarles a buscar paralelos)

¿de qué manera el hombre es engañado, puede tener orígenes muy diversos: la rebeldía contra el mal, la ignorancia o la indiferencia religiosa, los afanes del mundo y de las riquezas, el mal ejemplo de los creyentes, las ideologías hostiles a la religión, y finalmente esa actitud del hombre pecador que por miedo se oculta de Dios y huye ante su llamada.

Como dijo el Papa al inicio de su pontificado, reforzando lo que había dicho JPII, no tengan miedo! Dios nos lo da todo, no nos quita nada.

El diccionario define nostalgia como pena de verse ausente de la patria o de los parientes o amigos, o también como tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida.

“Todos juntos somos la familia de Dios, hermanos y hermanas en virtud de un único Padre: En Cristo todos nos pertenecemos unos a otros”.

El Papa habla a la Iglesia en África y la invita a la reconciliación:  “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz”.

¿Y en qué consiste la reconciliación? En recuperar la concordia y la amistad con Dios, con uno mismo, con los demás y con la creación. De esto forma parte, primero, “la capacidad de reconocer la culpa y de pedir perdón: a Dios y al otro” (sacudirse de encima el espejismo de ser inocentes);

segundo, “la disponibilidad a la penitencia, la disponibilidad para sufrir hasta el fondo por una culpa y para dejarse transformar”;

y tercero, la gratuidad, es decir, “la disponibilidad a ir más allá de lo necesario, a no pedir cuentas, sino a ir más allá de lo que exigen las simples condiciones jurídicas”.

Gratuidad es la “disponibilidad para dar el primer paso. Salir en primer lugar al encuentro del otro, ofrecerle la reconciliación, asumir el sufrimiento que implica la renuncia a tener razón”. Todo esto lo hizo primero Jesús en la cruz.

Por aquí enlazó el Papa con la necesidad de redescubrir el Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación (la Confesión), con una afirmación clave: “El hecho de que éste [sacramento] haya desaparecido en gran medida de los hábitos existenciales de los cristianos es un síntoma de una pérdida de la verdad sobre nosotros mismos y sobre Dios, una pérdida que pone en peligro a nuestra humanidad y disminuye nuestra capacidad para la paz”.

Cuando no reconocemos nuestro pecado no necesitamos redentor, por ende la confesión se relega, y se suplanta por el sicólogo, no es que tenga nada en contra de este gremio, pero cito a una mujer psiquiatra que decía: “una buena confesión tiene un efecto de recuperación mejor en el paciente, que lo que podría tardar 3 años de sesiones”.

La nostalgia de Dios, al ver que lo que nos rodea siempre es insuficiente para esta búsqueda de la felicidad verdadera.

Esta búsqueda del hombre exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, “un corazón recto”, y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios.

368. La tradición espiritual de la Iglesia también presenta el corazón en su sentido bíblico de “lo más profundo del ser” (Jr 31,33), donde la persona se decide o no por Dios (Dt 6,5; Is 29,13; Lc 8,15; Rm 5,5)

“El encuentro con Dios Amor no sólo comprende el corazón, sino también el entendimiento: “El reconocimiento del Dios vivo es una vía hacia el amor, y el sí de nuestra voluntad a la suya abarca entendimiento, voluntad y sentimiento en el acto único del amor.” (mensaje del Papa para la cuaresma 2013).

El hombre es capaz de Dios, capaz porque tiene en sí esa nostalgia de felicidad verdadera que no se sacia con los bienes de este mundo.

II. Las vías de acceso al conocimiento de Dios.

Llamado a conocer y a amar a Dios, el hombre que busca a Dios descubre ciertas “vías” para acceder al conocimiento de Dios, se las llama también “pruebas de la existencia de Dios”, no en el sentido de las ciencias exactas, sino en el sentido de “argumentos convergentes y convincentes” que permiten llegar a verdaderas certezas.

Estas vías tienen como punto de partida el mundo material y el ser humano.

El mundo:
A partir del movimiento, del devenir (cambio), de la contingencia (puede ser o no ser) por lo tanto si puede no ser y luego es, quien le da la capacidad de ser es uno que no es contingente, porque tiene el ser por sí mismo.

1.     La experiencia nos muestra que las cosas pueden existir o no existir (son contingentes), pues pueden ser producidas o destruidas.
2.     Es imposible que las cosas sometidas a la posibilidad de no existir existan siempre.
3.     Por lo tanto, hubo un tiempo en que nada existió.
4.     Si ahora existen cosas tiene que ocurrir que exista un ser necesario, pero este ser necesario no puede tener su existencia a partir de otro ser puesto que en tal caso no sería propiamente necesario.
5.     Tiene que existir un ser que sea absolutamente necesario cuya causa de su existencia y necesidad no esté en otro sino en él mismo y que sea causa de la existencia de los demás, y éste es Dios. (Sto. Tomás de A., s. th)

Rm 1, 19-20.
“Lo que de Dios es puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios desde la creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de sus obras:  su poder eterno y su divinidad”.

 (Para Santo Tomás la característica básica de toda la realidad creada es la contingencia, el ser así pero poder ser de otro modo, el existir pero poder no existir, o no existir y poder existir. La razón última que explica la contingencia o carácter radicalmente indigente de todos los seres creados es la existencia en ellos de una composición metafísica básica, la composición de esencia y existencia. Todos los seres creados son seres compuestos: las substancias puramente espirituales como las almas humanas y los ángeles constan de la composición metafísica citada de esencia y existencia, y en el caso de los seres corpóreos, además, de composición material. Que estén compuestos de esta manera quiere decir que la existencia es un añadido a la esencia –o la esencia a la existencia, como se quiera–. Cuando una característica se encuentra en la esencia de una cosa, esa cosa necesariamente la ha de poseer: puesto que el tener tres líneas rectas se encuentra en la esencia de los triángulos, dado un triángulo se tienen que dar necesariamente tres líneas rectas; en la esencia del hombre se encuentra el tener voluntad, por lo que dado un hombre, necesariamente debe poseer voluntad; pero si la característica no se encuentra en dicha esencia, la cosa la posee de forma contingente, no necesaria: el tener una altura de diez centímetros es algo añadido y no esencial al triángulo o tener color blanco es un añadido no esencial al hombre, por ello se puede ser triángulo sin tener diez centímetros de altura u hombre sin ser blanco. Del mismo modo, a las cosas les corresponde en último término la gratuidad completa de su existencia pues la existencia no se encuentra en su esencia, por ello pueden dejar de existir si existen o pueden existir si no existen. Santo Tomás creerá que la contingencia de las cosas exige para dar cuenta de su presencia en el mundo, para dar cuenta de su existencia, de un ser necesario que la haya puesto en el ser. Ese ser necesario es Dios.)
 
El hombre: con su apertura a la verdad. “Muchos hombres mentirosos conocí pero ninguno que quisiera ser engañado” Sn Agustín.
A la belleza, con su sentido del bien moral, (porque sigue la ley natural), con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, por todo esto el hombre se interroga sobre la existencia de Dios.

En estas aperturas, percibe signos de su alma espiritual, la semilla de eternidad que lleva en sí, al ser irreductible a la materia.

Ahora bien, las facultades del hombre lo hacen capaz de conocer la existencia de un Dios personal. Pero para que el hombre pueda entrar en su intimidad, Dios ha querido revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger en la fe esa revelación en la fe.

Sin embargo las pruebas de la existencia de Dios pueden disponer a la fe y ayudar a ver que la fe no se opone a la razón humana.