jueves, 18 de marzo de 2010

Cristo Jesús "mediador y plenitud de toda la revelación" DV 2.

Catecismo de la Iglesia Católica
65-67 

Temas de la clase.

  1. Dios ha dicho todo en su Verbo
  2. No habrá otra revelación.

Objetivos Generales:

1. Conocer lo que nos ha revelado Jesucristo de sí mismo.
2. Distinguir qué es y qué no es una revelación privada dentro de la    economía de la salvación.

III. CRISTO JESUS, “MEDIADOR Y PLENITUD DE TODA LA REVELACION” (DV 3).

Recapitulación:

  1. Por amor, Dios se ha revelado y se ha entregado al hombre. De este modo da una respuesta definitiva y sobreabundante a las cuestiones que el hombre se plantea sobre el sentido y finalidad de su vida.
  2. Dios se ha revelado al hombre comunicándole gradualmente su propio Misterio mediante obras y palabras.
  3. Además del testimonio que Dios da de sí mismo a través de la Creación, se manifestó a sus criaturas y les prometió la salvación aún después de su desobediencia.
  4. Dios selló con Noe, Abraham y Moisés una alianza y formó a su pueblo, al que preparó para acoger la salvación destinada a toda la humanidad.

Hoy veremos cómo el Hijo es la Palabra definitiva del Padre, de manera que no habrá ya otra Revelación después de El.

Quisiera retomar el concepto  de la palabra creer.
No es solo adquirir una serie de conocimiento nuevos, como una especie de información; cuando uno cree, vamos a decirlo en términos humanos,  uno rinde su pensamiento y se implica en lo que cree.

Veamos el ejemplo de las etiquetas, los diagnósticos de los doctores, las medicinas, diríamos que es una adhesión sin reservas a lo que consideramos como verdadero, en el caso que nos ocupa es la Verdad revelada por Dios, en su Hijo Jesucristo, además una Verdad que nos hace libres.

Por eso la fe incluye tanto un acto de entrega confiada como el acto de conocer. La fe es así al mismo tiempo, un don gratuito por parte de Dios, y un acto libre por parte del hombres. Como diría San Agustín, “creo para comprender y comprendo para creer mejor”.

Por eso Jesús exhorta insistentemente a creer en El, es decir, a querer creer, y no cerrarse voluntariamente a la verdad.

¿QUÉ NOS REVELA JESUCRISTO?

Quien cree en Jesucristo, participa de la misma vida de Dios que se comunica a través de la unión con Jesús, de manera similar a como los sarmientos están unidos a la vid. Jn 15, 1-8.

Comunicar esa vida es la finalidad de la revelación de Dios: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca sino que tenga vida eterna” Jn 3, 16.

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna”, Jn 3, 36.

Debemos tener claro que la fe no es solo lo que nos salva, como diría Lutero, es que la fe implica una entrega libre de toda la persona. Y esa entrega se concreta, necesariamente, en obras de caridad. Porque el beneficiario de nuestra amor a Dios, es el prójimo.

1. Toda la vida de Cristo es Revelación del Padre; sus palabras y sus obras, sus silencios y sus sufrimientos, su manera de ser y de hablar. Jesús puede decir; “Quien me ve a mi ve al Padre” Jn14, 9, y el Padre: “Este es mi Hijo amado; escuchadle” Lc 9, 35. Nuestro Señor, al haberse hecho hombre para cumplir la voluntad del Padre, nos “manifestó el amor que nos tiene” 1Jn 4, 9

2. Esta fe en Jesucristo está directamente relacionada con el amor verdadero, “El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor” 1Jn 4,8…En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó primero y nos perdonó nuestros pecados.

3. Al enviar en la plenitud de los tiempos a su Hijo único y al Espíritu de Amor, Dios revela su secreto más íntimo; El mismo es una eterna comunicación de amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y nos ha destinado a participar en El. Dios que es amor no puede revelarse de otro modo si no es como misericordia. Ésta corresponde no sólo a la verdad más profunda de ese amor que es Dios, sino también a la verdad interior del hombre, que fue creado a su imagen y semejanza.

Una manifestación de ese amor en nuestra vida es el perdón, y Jesucristo, por medio de su sacrificio en la cruz, nos abre el camino de la salvación a través del sacramento de la penitencia, donde nos encontramos con un tribunal misericordioso. Yo te perdono; el tribunal donde usted confiesa sus pecados y sale libre.

La verdad sobre el hombre y lo que él es, la vino a revelar Jesucristo al hacerse hombre.

Veamos el ejemplo del siervo despiadado. Mt 18, 24.

El perdón entre los hombres es manifestación de esa misericordia de Dios.
1 denario equivale al jornal de un trabajador/ 1 día

100 denarios equivale a 100 días de trabajo

1 talento equivale a 6,000 denarios.
10,000 talentos equivale a 60 millones de denarios. Una cifra imposible de restituir.

¿No debías tener tu también compasión de tu compañero como yo la he tenido de ti?

Podemos decir que los beneficiarios de nuestro amor a Dios, son nuestro prójimo. Empezando con la familia.

La opción preferencial por lo pobres de la que nos hablan los documentos de Puebla, no son un llamado a una revolución social a secas, como lo dicta la mal llamada “teología de la liberación”. Es que ningún amor es auténtico sino deriva de nuestro amor a Dios. En todo caso podrá llamarse filantropía, pero el verdadero amor al prójimo es un amor integral. ¿de qué me sirve darle de comer al prójimo, sino le enseño que esta vida no se acaba aquí? Debemos ver en el prójimo a otro Cristo, pero no podemos dejar de mostrarle a Cristo a través de nuestro amor. Amar a las personas por lo que son, las ayuda a abrirse al amor que sobrepasa todo entendimiento, y que no por eso deja de tener unas consecuencias concretas.

Entonces sí podremos decir que estamos ante una revolución social, que parte del amor a Dios, y por lo tanto es fecunda.  No podemos secularizar el Reino de Dios, reduciéndolo a una satisfacción de las necesidades básicas. El Reino de Dios es dar de lo nuestro con el que lo necesita, pero también enseñar que existe Dios, porque El merece ser conocido y amado de los hombres.

La fe sin obras es una fe muerta, dice Santiago.
¿de qué me sirve la fe sino tengo amor?

Y las obras sin caridad son un címbalo que retiñe. Un cascarón vacío.

“Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad de nada me aprovecharía”
1 Cor 13, 3.

En definitiva el amor es buscar el bien de la persona amada. Esto conlleva una serie de implicaciones a nivel personal, las que hoy no nos toca detallar, cada una verá según el Espíritu Santo les vaya hablando.

En resumen Jesucristo nos dice “Como el Padre me amó, así os he amado yo. Permaneced en mi amor” Jn 15,9. De ahí que deba manifestarse también en el amor fraterno, único mandamiento que da Jesús en el Evangelio, en el que se pone Él mismo como modelo. “Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”. Jn 15, 12.

Otra revelación de Jesucristo, es su deseo de que haya unidad entre los discípulos, la misma unidad que Él tiene con el Padre. Jn 17, 21-23.

En definitiva la unidad de la Iglesia, por la cual los Papas, tanto Juan Pablo II, como Benedicto XVI, nos han pedido mucho que recemos. Esta búsqueda de la unidad está apoyada en la gracia de la oración de Jesús, de eterna intercesión, al Padre. Juan 17.

En este orden de revelaciones no quisiera dejar de mencionar lo que nos dice Jesús en dos pasajes, relacionados con su Madre y con la Iglesia.
En las bodas de Caná y en el Calvario.

Estos pasajes indican que la presencia de María incluye toda la manifestación de Jesús y guardan entre sí un claro paralelismo: en ambos la Virgen es designada como la “Madre de Jesús”, y en ambos Él se dirige a ella llamándola “mujer”.

El empleo de esta palabra implica cierta solemnidad y énfasis, y por eso la mayoría de los comentaristas se inclinan a ver en este título una alusión a Gen 3-15 donde se habla de la “mujer” y de su linaje como vencedor de la serpiente, símbolo del diablo. De ahí que los Santos Padres hablen del paralelismo entre Eva y María, semejante a la de Adán y Cristo. Y que también haya una clara alusión a la Iglesia.

II NO HABRÁ OTRA REVELACIÓN

No debemos esperar otra revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Pues su alianza nueva es definitiva, nunca pasará.

Sin embargo aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.

Por ejemplo antes no se hablaba de inseminación artificial, de la fecundación in Vitro, de crear embriones híbridos, o de implantar embriones en úteros de animales, ni antes de la revolución industrial se hablaba de la anticoncepción, de todo esto en su debido tiempo la Iglesia ha sabido interpretar la Palabra de Dios para dar cuenta de la dignidad del ser humano, y ha sabido, a través de documentos como la encíclica la Vida Humana, Humanae Vitae, escrita por Pablo VI, profetizar sobre las consecuencias de abandonar el orden natural.

Cuando la técnica se utiliza sin el norte de la dignidad del hombre, y su naturaleza, se cometen todos estos atropellos. Cuando la técnica deja de estar al servicio del hombre y el hombre se pone al servicio de la técnica.

Pareciera que la fe se ha destinado a un ámbito privado, intrínseco a las manifestaciones eclesiales, y se ha dejado la moral a un pluralismo de opiniones ajenas a nuestro origen.

¿Es posible obedecer a Dios y, por tanto, amar a Dios y al prójimo, sin respetar en todas las circunstancias estos mandamientos? Bajo estos pensamientos están corrientes que terminan por erradicar la libertad humana de su relación esencial y constitutiva con la verdad. Y así, se rechaza la doctrina tradicional sobre la ley natural y sobre la universalidad y permanente validez de sus preceptos, considerando las enseñanzas morales como opinables.

Las revelaciones privadas.

A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas “privadas”, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no pertenecen al depósito de la Fe. Su función no es la de “mejorar” o “completar” la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia

La fe cristiana no puede aceptar “revelaciones” que pretenden superar o corregir la Revelación de la que Cristo es la Plenitud. Como el caso de ciertas religiones no cristianas.

El Depósito de la Fe

1 Tim 6, 20 Guarda el Depósito de la Fe.

La Tradición, la Sagrada Escritura, el Magisterio de la Iglesia.

La Sagrada Escritura surge de la Tradición Oral de los Apóstoles, la Tradición está al servicio de la Sagrada Escritura, y la custodia, interpretación y enseñanza de la Sagrada Escritura y la Tradición, se le ha confiado al Magisterio de la Iglesia, el Papa en comunión con los Obispos.

2 Ped 1, 20
Pues ante todo debéis saber que ninguna profecía de la Escritura depende de la interpretación privada.

Gal 1, 6
Me sorprende que hayáis abandonado tan pronto al que os llamó por la gracia de Cristo para seguir otro evangelio; aunque no es que haya otro, sino que hay algunos que os inquietan y quieren cambiar el Evangelio de Cristo. Pero aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciásemos un evangelio diferente del que os hemos predicado ¡sea anatema!. Como os lo acabamos de decir; ahora os lo repito: si alguno os anuncia un evangelio diferente del que habéis recibido, ¡sea anatema!.


Lc 10, 16
El que a vosotros me escucha a mi me escucha.

Hace poco estuve leyendo dos revelaciones privadas que en nada añaden a la doctrina de la Iglesia, ni la contradicen. Una sobre la Sta. Misa y otro sobre el Infierno. Las dos son opinables, se pueden leer o no y no son necesarias para nuestra fe. Sin embargo tampoco están prohibidas porque son ilustrativas, para decirlo de algún modo.