viernes, 21 de mayo de 2010

YO SE EN QUIEN TENGO PUESTA MI FE



 Los números 150 al 167
12 de mayo



2 Timoteo 1, 12. Yo sé en quién tengo puesta mi Fe!


Objetivos generales:

1. Recapitulación y resumen de la clase anterior y de ésta.

2. Explicar la relación que existe entre Fe y esperanza.

3. Analizar las características de la Fe.

4. Los desafíos que se nos presentan actualmente entre la Fe y el Relativismo.
(este apartado debe buscarse bajo el título LA FE CRISTIANA ANTE EL       DESAFIO DEL RELATIVISMO).



Recapitulación

Dios se revela, Pueblo, Alianza, Jesucristo como Plenitud de su revelación, La Sagrada Escritura, el Magisterio, El Espíritu Santo como intérprete de la Escritura (cannon, etc.). Entramos en los temas de la Fe, de ahora hasta julio.
La obediencia de la fe
Yo sé en quien tengo puesta mi fe
Hoy, Las características de la Fe.


¿Cuál es la naturaleza de la Fe?

La fe es un regalo, una gracia de Dios que connaturaliza nuestra inteligencia para que pueda ser atraída a creer las verdades reveladas por Dios, de manera Libre y voluntariamente. Porque es a Dios a quien creemos, nuestro Dios en quien no hay engaño.
Podemos llegar a saber que existe un ser superior que es Creador y gobierna todo, pero para poder creer en El, se necesita la Fe.

Es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento más penetrante suscitará a su vez una fe mayor, cada vez más encendida de amor. San Anselmo.

San Agustín decía, “creo para comprender y comprendo para creer mejor”.

La fe como un acto humano la realizamos durante todo el día.

Veamos varios ejemplos, cuando compramos unas vitaminas,  nos sometemos al diagnóstico de un doctor, o vemos un prospecto antes de comprar tal o cual medicina, cuando preguntamos la hora, o pedimos una dirección, en todos estos momentos estamos realizando actos de fe. Es decir creemos en la palabra de quien nos dice lo que preguntamos.

Para lo que nos ocupa ahora, decimos que realizamos actos de fe, porque nos confiamos.

En el sentido más delicado de nuestra salud, confiamos nuestra vida prácticamente en las manos del doctor, o de las medicinas, o de lo que dice el prospecto.

Esta confianza, es un acto tanto de la razón, que evalúa que aquello es razonable, y en un acto de la voluntad porque lo aceptamos y damos un asentimiento.

Podemos decir que dentro de los actos de fe que realizamos, el supremo, desde el punto de vista humano, es la entrega que realizan los esposos. Un acto de entrega mutuo hasta que la muerte los separe. Y ese acto no demerita ni es contrario a la dignidad, ni la libertad ni disminuye la inteligencia.

Vemos como la fe implica, aún a nivel humano, una confianza, una adhesión personal. Con el acto de fe, estamos implicados como personas. Es como decir “pongo mis manos en el fuego por esa persona”, ahora si no podemos decir eso ¿no diríamos que le tenemos poca fe?. Sí, diríamos que no nos confiamos del todo. Lo veríamos con recelo, con cierta suspicacia.

Cuando hay fe absoluta, hasta nos referimos así: tengo una “fe ciega”, para dar a entender que confiamos completamente.

Uniendo la clase de hoy con la anterior, decimos que la fe es una adhesión personal, pero difiere de la fe en una persona.

Creer en Dios es diferente de la fe en una persona. Leer Jeremías 17, 5-6; Salmo 40,5; 146, 3-4.

Sin embargo hay que hacer una aclaración, la fe como don, no es ciega, reservada para aquellos que creen en las fábulas de la Creación y el pecado original; o para aquellos pobrecitos y abuelitas que son cortos de entendimiento y que deben resignarse a “tener fe”.

NO! de ninguna manera!.
La Fe reclama el uso de mi razón, pero además hace posible que mi inteligencia natural sea elevada al orden sobrenatural. Esa elevación hace posible decir SE EN QUIEN TENGO PUESTA MI FE. Porque creo en Dios en quien no hay engaño. Me hago acreedora, por la gracia, de la bienaventuranza, “Dichosos los que creen sin haber visto”

Ahora bien, no creo porque las verdades de Fe puedan ser explicadas con mi inteligencia, sino que creo porque es justo y bueno confiarse totalmente a Dios y creer absolutamente lo que él dice.

Dios ha querido en su infinita misericordia, que esa Fe vaya acompañada de signos exteriores, como los milagros de Cristo y de los santos, la propagación y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad, son signos ciertos de la revelación, adaptados a la inteligencia de todos, son motivos de credibilidad que muestran que el asentimiento de la fe no es en modo alguno un movimiento ciego del espíritu, porque la certeza que da la luz divina es mayor que la que da la luz de la razón natural. (Sto. Tomás de Aquino).


La fe como don es un asentimiento libre a toda la verdad revelada por Dios, y además es una adhesión. La fe es esperanza, es saber que nuestra vida no acaba en el vacío, no es que conozcamos los pormenores de nuestro futuro, pero vivimos una vida nueva que ha sido cambiada por el encuentro con Cristo, en quien tengo puesta mi fe, mi esperanza, y esta esperanza es la que me redime, porque me doy cuenta de que soy amada, porque soy liberada de la esclavitud del pecado para vivir una nueva vida.

Porque creo, por eso confío, me confío, tengo esperanza, la sustancia de la fe es la esperanza.  Por eso dice la carta a los Hebreos “La fe es hypostasis de lo que se espera y prueba de lo que no se ve”.

La fe es un habitus, es decir, una constante disposición del ánimo, gracias a la cual comienza en nosotros la vida eterna y la razón se siente inclinada a aceptar lo que ella misma no ve. Santo Tomás.

Así pues, por la fe, de manera incipiente –podríamos decir en germen, por lo tanto según la sustancia- ya están presenten en nosotros las realidades que se esperan: el todo, la vida verdadera. Y precisamente porque la realidad misma ya está presente, esta presencia de lo que vendrá genera también certeza, aunque la realidad que ha de venir no es visible aún en el mundo externo, pero debido a que, como realidad inicial la llevamos dentro, nace ya ahora una cierta percepción de la misma.

Por eso el que tiene Fe no tiene miedo, porque su esperanza está puesta en Dios. Porque sabe en quien tiene puesta su Fe.

Ahora bien, la fe es un acto personal, es una respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo.

Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. Hemos recibido la fe de otros y debemos transmitirla a otros. Nuestro amor a Jesús nos debe impulsar a hablar de nuestra fe. Hemos recibido la Fe de la Iglesia, que está presente en la historia y la trasciende. La fe de la Iglesia es anterior a la fe del fiel, el cual es invitado a adherirse a ella.

Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros.

Creer en Jesucristo y en Aquel que lo envió para salvarnos es necesario para la salvación, puesto que sin la fe es imposible agradar a Dios. Hebreos 11, 6.



TAREA.

1.  Si muchas veces no comprendemos plenamente las verdades reveladas, ¿será que la fe es un movimiento ciego del espíritu?

2. De acuerdo a las características de la Fe, ¿para qué es necesaria la Fe?

3. ¿Qué significa que la Fe es también un acto eclesial?
CEC 1124

4. ¿Qué es necesario para que un acto sea humano?

5.¿Por qué en el mundo científico se da una aparente contradicción entre la fe y la técnica?

6. ¿Podría la fe estar en contradicción con la ciencia?

7. Indique los criterios que legitimizan la investigación científica.

8. Señala los criterios que marcan los límites de la ciencia y la técnica.

Investigue y lea para sus contestaciones CEC 2284 al 2295. Además de los vistos en clase, CEC 150-167.

Esta tarea la pueden realizar en grupo o individualmente, es opcional la entrega, pero les ayudará mucho para profundizar en los temas estudiados hasta el día de hoy con respecto a la Fe. CEC 144-167.

Lectura complementaria.
Encíclica Salvados por la Esperanza, mejor si la leen completa. De lo contrario por lo menos los puntos del 1 al 5; 7 al 15; 32 al 37; 49 y 50.